La película Vivir (Ikiru) del genio Akira Kurosawa es una extraordinaria lección de vida, de la cual se deduce que el fin del ser humano es tratar de aprovechar el tiempo valiosísimo de su existencia,sólo se consigue viviendo y sintiendo al final que nuestra vida ha servido para algo.
La película tiene un gran lirismo visual, una perfecta realización en el montaje y en la composición de los planos, características de una dirección magistral que llega a su cumbre en momentos tan perfectos como la escena del columpio, en la que el protagonista se balancea cantando "la canción de la góndola", es una secuencia de gran contenido metafórico, y una de las más bellas del séptimo arte, en definitiva se trata de la victoria existencial.
Como dato curioso comentar lo que el director le dijo al actor (brillante, por cierto, durante toda la interpretación del personaje) en el momento de rodar esa ecena: "Canta esta canción como si fueras un extraño en un mundo en el que nadie cree que existas".