Lectores de Houllebecq, preparaos para descubrir cual es la razón de que Michel no haya escrito nada más en los últimos años: creo que ha entrado en un estado de depresión profunda al sentirse incomprendido como cineasta. Incomprendido es el único adjetivo bienintencionado que se puede decir sin faltar al respeto que se ganó como novelista. Película absurda, diálogos incrustados con la cuña del sinsentido, vacuidad emocional, pretensiones filosóficas surgidas de la caverna de un genio que creyó ver la luz en el celuloide más malgastado de los últimos tiempos. Daniel, el protagonista, vive en una especie de hogar membranoso y oscuro que representa perfectamente dónde se ha arrojado el cínico francés que desgarró la moral de quiénes leyeron sus Partículas elementales y la propia novela homónima. Bastaba con decir: La inmortalidad se conseguirá mediante la clonación y la transmisión de los recuerdos. Intenta transmitir que el amor es lo único que salvará al ser humano, pero está lejos de conseguir siquiera apuntar en esa dirección.
Lamentablemente lamentable.