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España España · almeria
Críticas de TOM REGAN
Críticas 5.233
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de enero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
439/24(27/12/21) Sugerente thriller político francés dirigido por Henri Verneuil y guión propio junto a Didier Decoin (“El conde de Montecristo”), hace una revisión ficcionada sobre el magnicidio de John Fitzgerald Kennedy, ello enmarcando la historia en un país imaginario (con una bandera similar a la Barras y Estrellas), pero donde de lo que se habla es de JFK es diáfano desde el inicio, con el escenario del crimen similar en una plaza, el 22 de mayo (el de JFK el 22 de Noviembre), yendo el presidente en un auto descapotable, hay un disparo en la cabeza, el principal sospechoso muere de modo extraño (al de JFK lo mataron en un parking custodiado por la policía; El apellido del asesino, Karl Eric Daslow, es el anagrama del nombre del presunto asesino de JFK, Lee Harvey Oswald, además de ser compuesto), una filmación casera (la de Abraham Zapruder), un hombre misterioso con paraguas, hay unos testigos misteriosamente muertos, hay una oportuna fotografía con el supuesto arma del crimen sostenida por el principal sospechoso, pero que se nota un montaje, hay una versión oficial que dice que fue un pistolero solitario (cual el informe Warren) y hay un fiscal combativo (en el caso estadounidense fue Jim Garrison) que no cree la versión oficial (la de JFK fue de la Comisión Warren), y se especula con la participación de las cloacas del estado en connivencia con la mafia para el crimen. Utilizando libremente estos mimbres la historia se adentra en territorio Costa Gavras o Oliver Stone (este film es claro antecedente de la exitosa “JFK” de 1991, que cuestionaba rabiosamente la versión oficial), también forma grupo con otras de similar temática, como “Acción ejecutiva” (1973), o el posterior “El último testigo” (1974). También es destacable en este sentido el western italiano "La muerte de un presidente/ Il prezzo del potere" (1969), enmarcando la acción en 1880, con el asesinato del POTUS también Dallas.

Film cargado de tensión, donde el fiscal Henri Volney (carismático Yves Montand, aunque se siente su rol una percha sin fondo, ni hondura, para descargar las teorías conspiranoica a través de alguien decente y noble), va desmenuzando uno a uno todas las supuestas pruebas, cuestionando la docilidad de la sociedad para creer lo que les cuentan y seguir su vida, cuestionando los tejemanejes del poder oculto para manipula la verdad a su antojo. Film de claro sino pesimista, envuelto en la paranoia de no poder creerte nada, atacando a los servicios secretos como poder en la sombra que utilizan los de lo alto de la pirámide tras la cortina, y nunca exponiéndose. Ello para ir desentrañando los secretos de las alcantarillas de los estados y como Ícaro, cuanto más se hacer al Sol (la verdad) más peligroso es todo, para desembocar en un final que no podía ser otro para la visión del mundo que nos da la película.

Obra hija de su tiempo de los setenta, sin apenas acción, pero emitiendo realismo, con una evolución ágil, seca y adusta en su atmósfera, con escenarios solitarios, impersonales, fríos, donde se indaga en las dinámicas de poder y de sugestión pasiva de la gente para hacer crímenes sin remordimientos, ello expuesto en el mejor tramo del film, explicándonos mediante el experimento (real) Milgram como las personas normales pueden ser robots asentimentales capaces de ser el obediente brazo ejecutor del peor de los actos, este tramo que puede parecer metido con calzador, termina por erigirse en tótem de la cinta, al dar sentido a todo y a hacer encajar las piezas. Que incluso de modo ingenioso se es capaz de entroncar con como miles de personas pudieron perpetrar el Holocausto Nazi, ello mediante una cadena de pequeños actos que se van mecanizando y elevando en su barbarie y con ello haciéndolos ‘banales’ (Hannah Arendt) gradualmente.

Al comienzo de la película, el canal "Programas internacionales de televisión" retransmite las imágenes del presidente Jary, en el momento de su reelección, sobre su política para los próximos años declara: "Verá... Bernard Shaw dijo, ‘Hay personas que ven las cosas como son y que se preguntan por qué, y luego... hay personas que sueñan las cosas como nunca antes. Y que se preguntan... por qué no?’. Intentaré pertenecer a esta segunda categoría". Esta cita es una adaptación de una réplica de la serpiente a Eva en el principio, la primera ronda de juego Volver a Matusalén (en), escrito en 1921 por George Bernard Shaw: “Ves cosas; y dices "Por qué?" Pero sueño cosas que nunca fueron; y digo "Por qué no?". John F. Kennedy utilizó esta cita en un discurso ante el Parlamento de Irlanda en Dublín el 28 de junio de 1963 Y su hermano Robert F. Kennedy ha utilizado una versión ligeramente modificada en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 1968.

En su debe, que resulta harto previsible, todo resulta muy expuesto, sin sutileza alguna, ya desde el comienzo en que se ve que el sospechoso es un chivo expiatorio al que asesinan y lo quieren hacer pasar por suicidio, con ello nunca juega a la ambigüedad sobre que es verdad y que mentira, sabemos que la versión oficial es falsa, y esto resta mordacidad y profundidad. Todo discurre por senderos esperados, con algunas incoherencias, como que el fiscal deba pedir la cinta al ‘Zapruder’ de turno, y no a la comisión, que en esta espiral de ‘accidentes’ en que caen los testigos se dejen a uno fuera. Asimismo es inverosímil el debate televisado entre varios miembros de la comisión (el jefe de los servicios de inteligencia, el ministro de justicia, el Jefe de Estado Mayor,...) que investigaba el magnicidio frente al protagonista (Fiscal General) que refutaba los resultados de la investigación, muy teatral, pero nada creíble, además del colofón de que como no se lo cree le dicen que siga el solo, parece una riña de niños, esto me es chirriante.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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6
21 de diciembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
414/07(09/12/21) Film menor en la filmografía del cineasta Luis Buñuel, hecho en un prolífico año que estrenó con este tres films (“Don Quintin el amargao” y “Susana”), ninguno de ellos llegan siquiera a notables, realizados el año después de una de sus Obras Maestras, “Los olvidados” (1950), cual si quisiera descompresionar de la intensidad de ese poderoso drama se embarcó en films de poca chicha. Es este el caso con este que tiene su epicentro en un viaje en bus por una hostil carretera, donde nos acercamos a varios de los pasajeros y a gente con la que se cruzan, para componer un mosaico del tiempo y lugar, aunque con el hilo conductor de un hijo desesperado por llegar a la ciudad para hacer realidad la última voluntad testamentar de su moribunda madre, ello cuando está recién casado. Luis Buñuel era muy aficionado a esta cinta, basada en una serie de historias cruzadas, incidentes de la vida real presenciado por el escritor de la película y el productor, poeta Manuel Altolaguirre, y su esposa cubana María Luisa, Buñuel y Altolaguirre se conocieron en la Residencia de Estudiantes de Madrid y trabajarían juntos por primera y última vez en este film durante su exilio mutuo en México.

Un film algo caótico en su tono, donde el de Calanda hace una especie de recorrido por el ciclo de la vida en diferentes fases que van pasando a lo largo del metraje, desde nacimientos, inocencia de la niñez, matrimonios, vejez y muerte, y donde se ven las marcas buñuelianas por muchas partes, desde la crítica a la institución de la familia, mostrada la protagonista como cainita y avariciosa, no importándoles la madre que muere, el onirismo con la mejor escena del film con el sueño del protagonista, la misoginia, la tentación simbolizada en la manzana que come una hermosa mujer (Lilia Prado en un papel que similar a la de la coetánea cinta buñueliana “Susana”), la infidelidad, la aparición de animales, ataque al progreso (esa niña guiando a unos bueyes para sacar al bus del rio, mientras el tractor está atascado), y hasta el fetichismo de los pies.

Relato donde se dan cita las esperanzas, anhelos y frustraciones de la gente, en pequeñas sub tramas, una road-movie con cruces de ríos, niebla, carretas vertiginosas, cumpleaños, manifas políticas (esto en el eje de una sub trama política un tanto esbozada, como si a Buñuel no le hubieran dejado hacer lo que quería, y la cierra de modo irónico), o encuentros amorosos en las alturas. Teniendo como gran roba escenas a una explosiva Lilia Prado (en la primera de las tres veces que trabajó con el director, “Abismos de pasión” y “La ilusión viaja en tranvía” serían las otras) como una joven hermosa que parece un claro remedo de la Susana (esta encarnada por Rosana Quintana) del homónimo y coetáneo film buñueliano, una femme fatale explosiva, una oda a los bajos deseos, Diosa de la manipulación sexual, un Tótem de la lujuria, que intenta romper, cual serpiente del Paraíso, todo lo bueno y puro, y por ello intenta doblar a Oliverio, hacerlo infiel a su reciente esposa, es su reto, ir minándolo con sus seductoras artes.

En una ciudad de la costa del estado de Guerrero (Pacífico), Oliverio (Esteban Márquez), quien se acaba de casar con Albina (Carmelita González), se ve obligado a regresar en pleno viaje de novios porque su madre se está muriendo. En su lecho de muerte, la madre pide a su hijo que busque a un letrado para que redacte su testamento. Oliverio viajará en autobús para cumplir el deseo de su madre moribunda. Durante el viaje sucederán muchos imprevistos y Oliverio tendrá que sortear los coqueteos de una mujer, Raquel (Liliana Prado).

Tiene un inicio en tono documental humanista-costumbrista en la presentación de un pueblo azteca alejado del mundanal ruido, tanto que ni tienen Iglesia, y para certificar la unión marital la Luna de Miel es viajar en barca a una isla desierta cercana, a modo de lugar donde se consumará el matrimonio, ello narrado en voz en off, recordándome en cierta medida al gran empiece de “Bienvenido, Mr. Marshall” (que es posterior a esta). Tras esto entramos en el drama, pareciendo la historia se centrará por completo en estos tres hermanos ‘peleándose’ por la herencia, ello con el cuerpo aún vivo de la madre presente. Luego da un viraje el metraje para sumergirnos en un mosaico de micro historias con el núcleo del bus en viaje a Petalán (que conducirá Silvestre, al que da vida Luis Aceves Castañeda), que cual diligencia de John Ford debe sortear grandes peligros para llegar a su meta, teniendo en su interior a un conductor dormilón y muy cariñoso con su madre que es su cumple, un político demagogo y muy charlatán (y cual no es estas dos cosas?), que además su modo de resolver los problemas es con su revólver, una pareja donde la mujer está a punto de dar a luz, un anciano cojo (quizás remanente de “Los olvidados”), un hombre altivo español en horas bajas, de oratoria hidalga que aspira a recuperar unas tierras, y una joven mujer fatal. Es en este trayecto donde la cinta coge brío, donde el ciclo de la vida se abre camino cuasi-bíblicamente (como ya he comentado), y donde lo crucial es el enfrentamiento entre el supuesto Bien y el supuesto Mal, el Amor Puro vs la Tentación Sexual, de hecho el resto de sub historias resultan esbozos sin la mínima fuerza, apósitos anecdóticos. Para en el tramo final volver a centrarse en el inicio con los hermanos sobre la moribunda madre, terminado de modo ambiguo, dejando claro que no hay buenos o malos, hay gente avariciosa, y otros que creen escribir recto en renglones torcidos.

El gran tramo del film es el sueño, donde Oliverio ensueña que el bus se ha convertido en una especie de edén cargado de helechos y palmeras, cual si fuera aparte de la selva, donde Raquel se quita la ropa para quedarse en un sexy bañador, vemos a la esposa de Oliverio junto a un lago, los hombres del bus sacan del capot instrumentos musicales que se ponen a tocar para acompañar a los amantes,... (sigo en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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6
20 de noviembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
396/18(19/11/21) Interesante film mexicano (nominado al Globo de Oro) dirigido por Ismael Rodríguez que cumple 6 décadas de sus estreno y con ese motivo lo he visto, basándose en un hecho real tenemos un análisis sobre los orígenes de la violencia y sus tóxicas consecuencias, de como es fácil sembrar sus semilla pero imposible parar la espiral dañina que provoca, ello con el leit-motive de la venganza inculcada por una madre a sus hijos desde la niñez. Un western azteca que tras sus elementos propios de escenario desértico, atuendo de chaleco y sombreros, caballos, o revólveres de fácil combustión. Centrándonos en la familia Hierro (nada casual apellido para mostrar dureza) norteña del país centroamericano, donde la matriarca (gran Columba Domínguez) inocula en sus dos retoños las ansias de vendetta contra el asesino de su esposo y el padre de estos, baleado ante estos. Enmarcado todo esto en una atmósfera de mucha testosterona, donde reina el darwinismo de machos, ello cuasi-enfrentando a dos hermanos acercándose la historia a la de Caín y Abel en la diferencia de caracteres, y escudriñando sobre si la verdadera valentía es caer en los bajos instintos salvajes de las armas o resistirse a ellas para no caer preso de su influjo maligno. Sumando un estelar reparto mexicano como Pedro Armendáriz, Emilio Fernández, Víctor Manuel Mendoza, Ignacio López Tarso, David Reynoso, David Silva y José Elías Moreno. Todo esto narrado visualmente de modo hermoso gracias a la gran cinematografía de Rosalio Solano, además de estar surida de temas folclóricos apreciables como el tema mantra de Jesús Gaitán "Dos palomas al volar", el de Rubén Fuentes "Ciudad Victoria" y "Amor de madre", el de Felipe Valdés Leal "Sube y baja" y otros como "Flor de dalia" e "Indita mía".

La película comienza con una narración en off a cargo de Arturo de Córdova, cuyo nombre no figura en los créditos. En el Norte de México, a comienzos del Siglo XX, Reynaldo del Hierro (Eduardo Noriega) es muerto a balazos por Pascual Velasco cuando cabalga con sus hijos Reynaldo y Martín. En el velorio, la viuda decide inculcar en sus hijos el deseo de venganza.

La película surca con esmero el thriller psicológico por el tratamiento que da a sus personajes y a sus imágenes (ejemplo ese inquietante plano cenital de la madre nerviosa sabiendo a donde a mandado a sus hijos). Como se exploran temas como los fantasmas del pasado, la venganza como motor de vida enfermizo, el complejo de Edipo, la sociopatía que deriva en gusto por la muerte. Todo ello marcado por un clima de fatalismo agobiante. Donde el director hace uso prodigioso de las elipsis para marcarnos el paso del tiempo y a la vez cincelar a sus personajes (de un velatorio saltamos a una escena de amor), con formidables manejo de elementos modernos, como ese plano subjetivo de alguien con un revolver, o esa alegoría visual en que uno de los hermanos coge la mano de Jacinta mientras ella aprieta las mamas de una vaca (¿?), o el turbador momento en que Martín abofetea el rostro de Jacinta para matarle un mosquito que la ha picado, ejemplo de gesto de violencia en comunión con la violencia.

Reynaldo del Hierro es el personaje más complejo, el que se siente protector de un pendenciero hermano, reflexivo, dubitativo, tipo pacífico al que se madre empuja una y otra vez a coger las armas, pero no se siente cómodo con ellas, vive por la inercia del hermano y madre, por los que es arrastrado a donde no desea, la sangre como vínculo invisible que te empuja. El actor Antonio Aguilar lo encarna con gran gama de matices y enorme expresividad en los enfrentamientos con madre y hermano, en realidad acomplejado por la seguridad en sí mismo de su hermano (lo que le hace que se quede sin amada). Ejemplo de personaje espoleado por la fuerza del destino que no maneja; Su hermano Martín es su antítesis, impulsivo, violento, dotado de una sonrisa tétrica, maleado por la madre hasta haberlo convertido en un ser atávico en su comportamiento. Julio Alemán le da un vigor y energía sensacional, ves en él la naturalidad de una animal.

Columba Domínguez da una espléndida actuación como la madre malsana que intenta inyectar a sus hijos el virus de la rabia e ira desaforada para que sean su arma ejecutora de la venganza, gran despliegue de bilis. Lástima que el maquillaje para hacerla parecer mayor (tenía 32 años) sea tan malo que duele; Ignacio López de Tarso es otro que deja impronta con su papel de mentor pistolero de los niños, al que la madre ‘utiliza’ para que se vengue o en el peor d ellos casos alecciones en las armas a sus vástagos; Patricia Conde como el joven objeto de deseo de los dos hermanos resulta bastante naif, aunque bella.

Se le puede achacar que es un relato muy esquemático en su idea, algo envejecido, su tema central y evolución de los personajes queda marcado al cuarto de hora, no hay evolución de los caracteres una vez presentados, y luego no se salen de lo previsible, como harto predecible es el final.

Curioso para una cinta de 1961 es que Alemán aparece desnudo de espaldas después de bañarse, en una secuencia bastante gratuita.

Me queda un drama con sabor a western que promete más de lo que da. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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9
18 de noviembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
385/07(08/11/21) Formidable serie española de 10 episodios producida por la RTVE, que he visto con motivo de la reciente muerte de Mario Camus (21/Septiembre/2021), también guioniza junto a Ricardo López Aranda y Pedro Ortiz Armengol, lo que fue para el cineasta cántabro el inicio de su década dorada, a esta exitosa serie, seguiría “La Colmena”, “Los Santos inocentes” y “La casa de Bernarda Alba”, adaptando respectivamente a varios colosos de nuestra literatura del SXX como Cela, Delibes y García Lorca. Para esta producción televisiva el referente es el SXIX, con la celebérrima novela homónima (publicada en cuatro volúmenes entre enero y junio de 1887, llevada al cine por Angelino Fons en 1970) del canario Benito Pérez Galdós, ambientada en el Madrid de segunda mitad del siglo XIX (entre 1869 a 1876), protagonizada por dos actrices cumbres en esta labor, como Ana Belén como Fortunata y Maribel Martín como Jacinta.

Sigue la vida de la acomodada Jacinta (Maribel Martín) y a la de clase baja Fortunata (Ana Belén), así como a sus familias y vecinos, siendo un fresco muy rico de la época, se dan cita el choque de clases, burguesía y clase baja, con un marcado toque de dualidad (ya desde su color de cabello, Jacinta rubia y Fortunata morena; la una estéril la otra con hijos; la una fría en el sexo y la otra pasional; la una con un marido macho alfa fogoso sexualmente, y la otra con un esposo melifluo, blandengue, impotente y enfermizo [tremendo cuando en una escena Fortunata lleva en brazos a Maxi]), con la opulencia, pobreza, maternidad, matrimonios infelices (agria crítica a esta institución), frustraciones engendradoras, poder coartador de la familia, niños abandonados, represión sexual, avaricia, hedonismo, machismo, hipocresía religiosa (representada en el beaterio del epítome de Guillermina encarnada por una fenomenal Berta Riaza, y en el cura Nicolás Rubín), ello con enfoque humanista donde nunca se juzga a los personajes. Una historia donde se da una visión de las desigualdades sociales, y ello en un curioso enfoque feminista.

Camus sabe sintetizar la novela de más de mil páginas en un relato ameno y ágil, donde la historia fluye con naturalidad, con inteligentes elipsis en que se trata al espectador de adulto, saltando de una protagonista a otra de modo ingenioso, donde hay un telón de fondo geopolítico estando en los años de Isabel II y Amadeo de Saboya, y la Primera República con Cánovas y Sagasta, con la Revolución a la que siguió la Restauración, y que realmente es algo tangencial sin importancia en la historia. Esto regado de secundarios cincelados con esmero y profundidad, a lo que se suma un elenco interpretativo Homérico, donde además de las mencionadas protagonistas están los maravillosos Mary Carrillo (Magna, en lo suyo), Manuel Alexandre (grande, como siempre), Luis Ciges (estupendo, y cuando no), María Luisa Ponte, Fernando Fernán Gómez, Charo López, Francisco Rabal (raramente desaprovechado, pero dejando impronta de su fuerte carisma), Manuel Zarzo (en un rol que sabe dar humanidad) o Francisco Algora (buenísimo, como un cura epítome de todo lo rancio que ello conlleva), santo y seña de nuestro cine.

Camus elabora majestuosos encadenados de las calles de este decimonónico Madrid, sirven de puente entre escenas interiores. Los espacios populares como la Plaza Mayor, la Cava Baja, la calle Toledo, la plaza de Pontejos. Haciéndoos sentir en este tiempo y lugar, con su costumbrismo como los vagabundos, los cafés (antecedente de la película que Camus rodaría en 1982, “La colmena”), conventos, carruajes, puestos de mercado al aire libre, tabernas, castañeras, picaderos, cesteros, la tienda de telas, fruteros, niños jugando en las calles, tiendas, boticas, todo un lienzo vigoroso. Escenas al aire libre también fueron rodadas en Madrid, Aranjuez, Boadilla del Monte, Villaviciosa de Odón, Toledo, Comillas, Burgos y Sevilla.

Camus maneja los tiempos de modo singular, al no mezclar en el mismo episodio la vida de una protagonista u otra, de hecho salta a otros secundarios que enriquecen la obra. Le dedica varios episodios a una y luego salta a otra, si acaso hay pequeños cruces entre ambas historias (como el flash-back narrado por Juan Santacruz a su esposa de cómo conoció a Fortunata); En los tres primeros se centra en Juan y Jacinta, sobre todo al inicio en el primero, en su vida acomodada y hedonista, un ocioso con dinero de familia que disfruta de los bajos placeres en Madrid; En el cuarto desconcierta al saltar a Maxi (Mario Pardo, en una actuación sobresaliente como el enjuto pretendiente de Fortunata, la antítesis de Juan Santacruz, inseguro, acomplejado, frágil de salud), un apocado estudiante, un huérfano que vive con su ultra protectora avarienta (es prestamista/usurera) tía Doña Lupe (extraordinaria [da igual cuando diga esto]María Luisa Ponte), y que por azar conoce a Fortunata de la que se obsesiona y enamora perdidamente; En el quinto saltamos al convento Las Micaelas, donde se da una ácida crítica a la Iglesia y su afán ‘reformador’ a las mujeres (los hombres parecían no tener defectos). Recinto que se erige en ‘prisión’ de mujeres, con las monjas de guardias, Aquí aparece un personaje apabullante en la figura de Mauricia ‘La Dura’, encarnada por una arrolladora Charo López; El sexto se centra en el revival del amor furtivo de Fortunata y Juanito; En el séptimo aparece otro gran personaje como es Evaristo Feijoo, una aventurero con mucho mundo, al que da vida un extraordinario Fernando Fernán Gómez (anticipa el rol que 18 años más tarde realizará del conde de Albrit en “El abuelo”, sobre otra adaptación galdosiana), con unos diálogos y filosofía de vida muy adelantados a su tiempo, sentando cátedra en cada intervención, engatusa y magnetiza a Fortunata, ejerciendo de figura paterna enternecedora, sublime su actuación; En el octavo, vuelta de Fortunata a la casa de doña Lupe y Maxi; En el noveno y el décimo, tiene lugar el desenlace de la serie.
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TOM REGAN
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6
18 de noviembre de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
383/05(05/11/21) Interesante dramedia dirigida en su film por el uruguayo Diego Arsuaga (guión del propio Arsuaga, junto a Fernando Javier León Rodríguez, Beda Docampo Feijóo, sobre una historia de Andrea Pollio y Andrés Scarone), protagonizada por un homérico trío de veteranos Federico Luppi, Héctor Alterio, Pepe Soriano, curiosamente los tres nacidos en Buenos Aires, tres titanes de la actuación que desbordan la pantalla con su fuerte personalidad y gran expresividad, haciendo de tres amigos embarcados en una aventura para defender la ‘dignidad’ y patrimonio de Uruguay, como contrapunto y antagonista está Gastón Pauls, la joven visión pragmática y capitalista de la vida. Es un relato embestido de un buenismo agradable de ver si no te paras a pensar y a rascar, pues si analizas su premisa me resulta muy egoísta por parte de los protagonistas, pues yo, que creo en la propiedad privada, encuentro que si la locomotora es de alguien y la quiere vender al mejor postor está en su derecho de hacerlo a quien desee, e incluso de regalársela a quien quiera, es suya, y si no que el gobierno de Uruguay oponga más plata y se la quede, pero él que como la considero parte de nuestro patrimonio, porque yo lo valgo, tú no puedes vender lo que es tuyo’, pero que atropello es este! Entiendo que es una metáfora del expolio que pueden sentir algunas naciones ante el poderío de otras, pero esto lo entendería si tratara de un bien necesario, pero es una simple locomotora! También entiendo puede verse como una alegoría sobre el cine, de cómo el de Hollywood (la locomotora es vendida a Hollywood, y no me lo creo se les costee trasladarla de Uruguay a USA, como si en USA no hubiera de estas máquinas?) vampiriza otras industrias fílmicas, puede ser una reivindicación del cine de autor. Pero en el centro me queda una chusca idea contra el capitalismo global, alguien tiene algo y lo vende, y punto, uno cuando vende quiere sacar el máximo provecho, y si este propietario de la locomotora le hace falta la plata para mantener una fábrica con 100 trabajadores? Pero la simpleza con que se cuenta este ‘problema’ me resulta grimante.

La noticia de la compra de una histórica locomotora uruguaya, La 33, del siglo xix por un estudio de Hollywood es motivo de orgullo para muchos uruguayos, aunque no es bien recibida por los veteranos miembros de la asociación Amigos del Riel, quienes, decididos a boicotear el traslado de la locomotora a Estados Unidos y movidos por la consigna «el patrimonio no se vende», secuestran la máquina y se lanzan a recorrer las vías del interior del país. Los tres viejos, Pepe, el ‘Profesor’ y Dante (Federico Luppi, Héctor Alterio) y un niño, Guito (Balaram Dinard), intentan protegerla secuestrándola. Con la máquina viajan por todo el país (Uruguay) intentando escapar a Brasil.

Teniendo que salvar esta idea de inicio chirriante me encuentro un agradable film de ver, con tres actores en estado de gracia, que es una delicia verlos interactuar con sus diferentes caracteres, embarcados en una road-movie con trazas de western ocasístico (donde la fotografía del español de origen alemán Hans Burmann se deleita con la hermosa estepa uruguaya de la región de Tacuarembo con planos surcados por la locomotora de vapor que proyecta beldad a los fotogramas, esto adornado por una deliciosa música de Hugo Jasa) cuasi-capriano en su idea de (solidaridad) que él pueblo llano ayuda a las causas ‘justas’ (ello con la inclusión de un niño como signo de esperanza en el mañana que vaya manando estos ‘ideales’). Un relato bañado de optimismo, con reminiscencias al bíblico relato de David contra Goliat (los ancianos contra el poder estatal), una oda a la vejez, a la amistad, a la picaresca en pos de alcanzar tus objetivos, con momentos divertidos y que te hacen esbozar una sonrisa, con otros que emociona (que decir de esos ramalazos de Alzheimer), con diálogos ingeniosos y un desarrollo Ágil, merced a su metraje que no llega a la hora y media, siendo una película entretenida, donde fluye constantemente la nostalgia del pasado. Pero eso sí, tramposilla, con dosis de sentimentalismo simplista, con un final harto previsible, con una carencia total de tensión, pues se nota en su tono el clima de ligereza, donde la profundidad es escasa, con unos personajes delineados de modo esquemático.
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TOM REGAN
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