Me he llevado una tremenda decepción con esta cinta de Spielberg, parece increíble que el director de obras maestras como Tiburón, ET o La Lista de Schlinder sea el mismo que ha dirigido este proyecto, que sería más propio como Ópera Prima de un novel todavía muy verde.

Esos hogares idílicos de Inglaterra y Francia, que parecen casi de dibujos animados (y donde se puede arar la tierra en el sentido de la pendiente sin que el agua te deje el campo sin tierra) y esos personajes caricaturescos como el oficial británico por cuyas manos pasa el caballo (intachable y perfecto como ser humano) o el abuelo de la Heidi francesa le quitan cualquier seriedad a una película que no por intentar ser poética y apelar a lo mejor el ser humano tiene por qué convertirse en una pantomima.

Y lo peor no es ya que la historia pierda consistencia por todos lados, sino que en mi opinión no consigue lograr con acierto ninguno de los propósitos que persigue.

Si quiere emocionarte con las escenas militares de caballos en la primera guerra mundial, "Jinetes de leyenda" (The lighthorsemen) tiene una carga a caballo que deja por los suelos la de esta película. E incluso la escena que tiene el caballo por la tierra de nadie, aunque espectacular peca de esa artificiosidad y poca credibilidad de que peca el resto de la película.

Si quiere emocionarte con la relación entre un hombre y su caballo, "Océanos de fuego" la pega mil vueltas. Siendo las escenas finales de Hidalgo mucho mejores que las de Joey (hasta el nombrecito da vergüenza), a pesar de que en la primera no tienen que recurrir a ambientar la escena en la tierra de Tara de "Lo que el viento se llevó".

Si quiere hablar sobre el absurdo de la guerra y la confraternización entre ambos bandos, "Feliz Navidad" la eclipsa de tal manera que nuevamente deja la película de Spielberg reducida a caricatura.

Tal vez sea demasiado duro, pero si Spielberg va a continuar la racha de los últimos años tal vez sería mejor que alguien le pegue un tiro para que no sufra, como se hacía con los caballos heridos en la época de la primera guerra.

O al menos que las ruede con seudónimo para no seguir empañando su genial filmografía.

Como siempre se salva la música del maestro John Williams y la fotografía. Pero si tenemos que hablar de la fotografía de una película de uno de los mejores directores del cine, mala, malísima señal...

Alfonso Cuarón ha conseguido crear de forma magistral una gran historia con un guión de lo más sencillo, algo a lo que ya no estamos acostumbrados los espectadores, ya que lo habitual es que se utilicen guiones rocambolescos y forzados para engarzar malas historias.

Estupendo Clooney en su papel, que al igual que hacía el genial James Stewart, trasplanta su carácter distintivo a todos los personajes que hace. Y estupenda Sandra Bullock, que ya se merecía tener algún peliculón en su filmografía, más allá de la entretenida Speed.

Tremendas vistas, tremenda la sensación de ingravidez y peligro que transmite la película, así como desolación y abandono. Y todo ello sólo con la cruda realidad del espacio, sin extraterrestres enfadados, ni potencias en guerra ni malos que quieren exterminar la humanidad.

Me ha gustado tanto que sería mezquino molestarme en buscar motivos para bajarle la nota. Por eso le pongo un 10 al Zhang Yimou mexicano.

Es tan profunda, tan poética, tan elaborada y te toca tan dentro...que me puse sensible y mientras la veía un sábado por la noche lloré imaginando la de cosas interesantes que podría estar haciendo en lugar de malgastar mi tiempo con semejante bazofia mal contada.

Y mira que la buena de Izzy (que nombre más estúpido existiendo el de Isabel que tiene en la Edad Media, ya puestos que se hubiera llamado Ozzy) rebelándose al papel que la ha tocado nos advierte una y otra vez con ese profético ruego dirigido al director "termínala", "termínala", gracias al cual este bodrio sólo dura 96 minutos.

¿Poesía en el cine? La hay a patadas, pero no la encontraréis en esta tontería con el hombre de la lotería de navidad flotando en una gota de pis.

Le doy un uno por el briconsejo de utilizar soldados como abono para plantar petunias, a ver cuando lo pruebo en mi jardín.

Por cierto, tremendo que con ese catalejo de medio pelo se vean esas tremendas nebulosas. Aunque supongo que las drogas del director tuvieron más que ver con eso que la óptica del telescopio.

Obra muy recomendable, una pena no haberla visto en la pantalla grande de un cine.

Refleja la crudeza y el absurdo de la guerra, sin medias tintas ni artificiales heroísmos de teatro. Porque nos ahorra a los cansinos héroes (normalmente anglosajones) dando ejemplo, lo que se agradece y da más realidad a la historia.

Resumiré lo que opino de la película con una comparación:

1917 < < < Sin novedad en el frente (2022) < < < < < < < < < Sin novedad en el frente (1930)

¿Qué quiero decir con esto? Que aquellos a los que os ha encantado esta, no seáis idiotas y daros la oportunidad de ver la primera, concentrados y sin distracciones.

Lo mejor de esta, es como refleja el absurdo de los generales preocupados por la dureza de sus cruasanes mientras manejan la vida de personas como si fueran los soldaditos de juguete de un niño. Pero estos en vez de preocuparse por si su pan es de ayer, tienen que jugarse la vida por conseguir pan, del día que sea.

También refleja como el estúpido orgullo de los mariscales franceses cerró en falso la herida y provocó que París terminara ocupada por alemanes no mucho tiempo después. Nunca humilles completamente a un vencido.

Es muy triste que la visión que quiere transmitir del mundo un director de 85 años sea tan sombría y tramposa.

Tramposa porque si quisiera ser un mero alegato contra la crueldad hacia los animales y la enfocara así valientemente no tendríamos problema alguno en asumir las dosis de hiel que destila. Pero no lo hace, nos engaña intentando convencernos de que nos va a mostrar el mundo a través de los inocentes ojos de un asno pero no lo hace, es el mundo negativo que percibe su asqueado director.

No es la maravillosa obra de Juan Ramón Jiménez que con el pretexto de un burrito nos narra la vida de un pueblo de Huelva (y que aconsejo a cualquiera a reeler en edad adulta). Haciéndolo con sus miserias y alegrías, sí señores creadores, se puede hablar de alegrías de forma seria sin caer en la comedia, no todo lo profundo tiene que ser amargante y descorazonador.

Aquí no, aquí a través de los ojos de los 4 o 5 burros que hacen de EO no nos narra no la visión del animal, sino la de su amargado director. Que sí, que sufrió a los nazis en Varsovia, ejecutaron a su padre y le tuvieron que rescatar de los escombros de un edificio derribado por la guerra. Pero no es necesario que casi 80 años después nos escupas tu desprecio por el ser humano, somos el público no los terapeutas de tus traumas no superados.

Sólo el personaje de la chica que cuida de EO al inicio es positivo, y nuevamente es una trampa, urdida para que humanicemos al animal y empaticemos por él más que con el resto de animales que aparecen sufriendo en la película. Es una excusa para mantener su huida episodio tras episodio y darte la esperanza de un final positivo que no va a llegar.

Porque el final es la última trampa de la película, sucia y desagradable. Que a mí afortunadamente no me atrapó porque la vi llegar desde lejos, pero que a gente más confiada e inocente les pilla de lleno y les abruma con su desagradable conclusión.

Yo rescato las imágenes del asno vagando por el campo que son preciosas, y no suspendería la película por sí misma porque tiene momentos interesantes, pero por el exceso de trampas del director no merece más de un 3.

No consigue lo que pretende en absoluto a pesar del lirismo que utiliza como careta, por su insistencia en el recurso facilón del dolor y la desgracia. Me recuerda a los vendedores agresivos de esas tiendas que a fuerza de incordiar terminan echándote de ella.