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España España · Santa Cruz de Tenerife
Críticas de gerardops
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Críticas 304
Críticas ordenadas por utilidad
7
3 de enero de 2014
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es innegable que los hermanos Joel y Ethan Coen son dos figuras muy destacadas de la cinematografía estadounidense. Entre los dos han ganado ocho Oscar de entre veintiséis nominaciones. Pero, más allá de lo elevado de una cifra que a buen seguro se verá incrementada el día 16 de enero con el anuncio de las candidaturas a los próximos premios de la Academia de Hollywood, lo verdaderamente significativo es su atípica filmografía, rebosante de valentía y originalidad. Nadie podrá acusar a estos cineastas de dejarse arrastrar por modas pasajeras o por influencias derivadas de los éxitos de taquilla del momento. Han creado un universo peculiar y diferenciado en el que las escenas surrealistas, los personajes extraños, los diálogos absurdos y las recreaciones extravagantes son el común denominador. Son capaces de transitar por la comedia y el drama en un mismo largometraje y, sea de modo intimista o alocado, no pecan de repetitivos ni manidos. Bordean permanentemente los límites de lo razonable y llevan sus filmaciones hasta el extremo, aunque no siempre saben caminar sobre el alambre.
En ocasiones, ese afán por el riesgo y por ir más allá se traduce en películas claramente fallidas. Sin embargo, cuando dan en el clavo, se cubren de gloria. Son fríos o calientes pero nunca tibios. Por eso mismo, a mí no me gustaron “El gran salto”, “O, Brother!”, “Crueldad intolerable” o “Un tipo serio” y me encantaron “Muerte entre las flores”, “Barton Fink”, “Fargo”, “El gran Lebowski” o “Quemar después de leer”. Aunque los realizadores son los mismos, en los primeros títulos optan por una comicidad más absurda y ramplona, mientras que en los segundos se decantan por una expresión artística más elaborada que roza la genialidad.
En “A propósito de Llewyn Davis” han creado una galería de personajes que constituye un auténtico regalo para cualquier actor. De hecho, lo mejor de la cinta es su reparto, formado por unos intérpretes brillantes que encajan a la perfección con los papeles que les han asignado. Todos ellos protagonizan secuencias de gran calidad construidas sobre diálogos audaces, dando lugar nuevamente a una obra de difícil clasificación, a ratos comedia, a ratos drama, por momentos, sobria y, por momentos, hilarante. En definitiva, un viaje complejo pero interesante.
El problema estriba en que, visto el trabajo en su conjunto y no por partes concretas, se vuelve anodino y se ve arrastrado por la mala suerte del Llewyn Davis que le da nombre. Enganchar al espectador a través del argumento no es tarea fácil ya que, en el fondo, la trama es insulsa. Sin embargo, los Coen consiguen sacar todo su jugo a una historia aparentemente sin contenido. Por lo tanto, gustará a sus incondicionales y a quienes se recreen con el aspecto más teatral del Séptimo Arte.
El film ya opta a los tres Globos de Oro correspondientes a mejor película, mejor actor y mejor canción, además de haber conquistado el Premio del Jurado en la pasada edición del Festival de Cannes.
Apartado especial merece el casting, cuyo principal protagonista, Oscar Isaac, desempeña una notable labor, pese a ser un desconocido para el gran público. Le acompañan otros actores ya consagrados, como Carey Mulligan -una de las mejores intérpretes de su generación y de las que más transmite sin pronunciar palabra-, John Goodman –en deuda con la pareja de directores por haberle proporcionado los papeles que le han encumbrado profesionalmente-, F. Murray Abraham –siempre con una atrayente presencia en pantalla- o el cada vez más dedicado a su faceta interpretativa Justin Timberlake – que comienza a acaparar en su currículum suficientes apariciones en títulos relevantes como para ser considerado como un simple cantante guaperas-.
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@gerardo_perez_s
gerardops
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8
30 de julio de 2012
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Stan Lee es al cómic lo que William Shakespeare a la literatura, un creador de historias cuyos personajes, situaciones y tramas trascienden por su universalidad a épocas y a modas. Spiderman es sin duda su obra más completa y lograda y sólo un análisis sesgado y erróneo la calificaría de mero producto infantil. Es verdad que sus ilustraciones cumplen con las reglas de la ciencia ficción y están destinadas mayoritariamente a un público infantil y juvenil pero, en el fondo, los asuntos sobre los que profundiza su autor son más propios de un drama teatral desgarrador: el concepto de responsabilidad, la búsqueda de la identidad, el bien, el mal, el destino, la soledad y el amor (o, más bien, las dificultades del amor). También otros personajes de cómic hacen mención a estas cuestiones vitales pero la importancia que Lee les otorga en su obra, unida a la intensidad de sus narraciones, no resisten la comparación. De modo que, como ocurre con el magistral escritor británico del siglo XVI, es adaptado una y otra vez en los medios más diversos (televisivo, teatral o cinematográfico) y por artistas muy diferentes a quienes ha atraído sobremanera. Personalmente, la historia del hombre araña me sugestionó desde muy niño y aún a día de hoy, si me topo por casualidad con cualquiera de sus recreaciones, me sigo quedando prendado de ellas, aunque las haya visto en infinidad de ocasiones.
Por esa razón no me preocupó demasiado saber de un nuevo rodaje basado en la figura del superhéroe, a pesar de que en 2002 ya había triunfado por todo lo alto en la gran pantalla su última adaptación cinematográfica dirigida por Sam Raimi e interpretada por Tobey Maguire. Simplemente consideré que tendría que contar con excelentes profesionales para mantener el listón de su antecesora y, después de haber visto el resultado final, sólo puedo calificarlo de brillante. Obviamente, es conveniente ser aficionado a un género tan peculiar como el de la ciencia ficción mezclada con la fantasía. De lo contrario, la proyección puede resultar indigesta. Pasa lo mismo si se odia el western -ver Sin perdón será una mala experiencia, por mucho que sea una obra maestra- o el musical -Chicago resultará un tormento con independencia de su indiscutible calidad-. Pero, con una mínima atracción por este tipo de cine, The Amazing Spiderman constituirá una estupenda elección a la hora de pasar por taquilla. Magníficamente realizada desde el punto de vista técnico, posee acción, intensidad, unas interpretaciones meritorias, una adecuada dirección y, sobre todo, una buena historia. En definitiva, cuenta con todos los ingredientes necesarios para disfrutar de más de dos horas de cine de calidad.
Marc Webb, realizador de la cinta, debutó detrás de la cámara con una de las mejores comedias románticas de los últimos años -la muy recomendable 500 días juntos- cuyo género se aleja bastante del que ahora nos ocupa. Sin embargo, ese salto no se ha notado en lo más mínimo, lo que demuestra la versatilidad y la eficacia de un director que conviene seguir en el futuro. El actor Andrew Garfield asume el papel protagonista, tras haber destacado en otros filmes muy notables como La red social, Nunca me abandones o Leones por corderos. Como ocurre con Webb, vale la pena memorizar su nombre porque, a buen seguro, nos seguirá deleitando con sus futuras interpretaciones.
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gerardops
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6
23 de marzo de 2018
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las nuevas plataformas como “Netflix”, “H.B.O.” o “Amazon” están cambiando el concepto tradicional de la industria del cine. El Séptimo Arte comienza a no estar necesariamente asociado a los estrenos en pantalla grande. Así, desde el pasado día 12 de marzo, los clientes españoles de “Netflix” ya pueden ver “Aniquilación”, la nueva película de Natalie Portman dirigida por Alex Garland, reputado guionista (“Nunca me abandones”, “28 días después”) y exitoso realizador con su debut (“Ex Machina”). No se trata de un telefilm ni tampoco de una producción menor, sino de un proyecto con un presupuesto de más de cuarenta millones de dólares, con un reparto de estrellas y un equipo técnico y artístico de primer nivel. En Norteamérica sí ha llegado a las salas de proyección, pero en España, al menos por el momento, no tiene fecha de estreno en los cines convencionales. Es posible disfrutarla a través del móvil, “tablet”, televisión u ordenador, tras darse de alta en la mencionada plataforma de entretenimiento. Resulta un sistema algo extraño todavía, pero llamado a ser cada vez más usual.
En cualquier caso, “Aniquilación” es una correcta cinta de ciencia ficción que a lo largo de casi hora y media mantiene unos niveles de intensidad y suspense muy dignos, con recreaciones creíbles e interpretaciones adecuadas. El problema se manifiesta en sus últimos veinte minutos, inconveniente común en numerosas producciones de este tipo, que saben crear una trama inicial intrigante y un conflicto interesante pero que, cuando se trata de apostar por un desenlace, no saben escoger uno que dé la talla. Lanzarse en brazos de la fantasía y de la ficción más imaginativa supone alejarse del aparente rigor previo y dejarse arrastrar por el imán de los efectos especiales, los juegos visuales y demás alucinaciones. Por esa razón, me gustaron el planteamiento introductorio y la narración intermedia, pero el final me dejó un regusto extraño. En definitiva, buen origen e irregular apocalipsis para esta sugestiva aventura.
Una bióloga y profesora, antigua militar, se ve obligada a introducirse en una misteriosa zona controlada por fuerzas incomprensibles para la mente humana. Su marido ya acudió allí en una misión secreta y regresó en insólitas circunstancias, debatiéndose entre la vida y la muerte. Una vez en el interior de ese sector controlado por supuestas manos alienígenas, se percata de que no rigen las mismas leyes de la Naturaleza conocidas por la Humanidad. En compañía de otras investigadoras, intentará descubrir qué ocurrió con las anteriores expediciones y comprender lo que sucede en su seno.
Gran parte de la puesta en escena resulta atrevida y, sobre todo, revela una especial atención por el suspense psicológico y una cautivadora presentación de los personajes. No puede negarse que recurre a algunos tópicos para asustar en determinadas secuencias al espectador y que el relato se enreda en sí mismo a medida que avanza la historia. Sin embargo, conforma una producción superior a la media habitual dentro de los estrenos de este peculiar género cinematográfico. Sin alcanzar los niveles magistrales de Christopher Nolan en “Origen” e “Interstellar”, no deja de ser un film a ratos perturbador y a ratos, visionario.
Destaca en el equipo artístico la labor de Natalie Portman, uno de los rostros más expresivos del panorama interpretativo actual. Su capacidad para transmitir dolor, inquietud o felicidad, variando apenas los músculos faciales, es realmente llamativa. Ganadora de un Oscar por su actuación en “Cisne negro”, títulos como “Closer”, “Leon: El profesional”, “Cold Mountain” y “V de Vendetta” le avalan como una de las figuras más relevantes de su profesión. Su participación apuntala, sin duda, los méritos de “Aniquilación”. Le acompañan un efectivo Oscar Isaac (“El año más violento”, la ya citada “Ex Machina”) y Jennifer Jason Leigh (“Los odiosos ocho”, “La Sra. Parker y el círculo vicioso”).
@gerardo_perez_s
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gerardops
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5
21 de enero de 2017
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cineasta Derek Cianfrance llamó mi atención en 2010 gracias a la interesante cinta “Blue Valentine”. Contando con una pareja de notables actores -los ahora muy de moda Ryan Gosling y Michelle Williams, ambos nominados al Globo de Oro y ella, además, al Oscar- demostró su habilidad para abordar el drama desde una perspectiva tan incómoda como acertada. Sin duda se trata de su mejor obra hasta la fecha, figurando en las listas de películas independientes más sugestivas de la última década. Posteriormente, repitió con Gosling en “Cruce de caminos”, un largometraje bien narrado, con elementos desgarradores y cautivadores, y en el que nuevamente profundizaba en la tragedia y la mala suerte de unos personajes abocados al desastre. Ahora, como si pretendiera cerrar su particular trilogía sobre el infortunio y la desdicha, estrena “La luz entre los océanos” donde, con una estética más clásica y un ritmo mucho más pausado, describe las soledades, penurias y luchas interiores de unos seres marcados por la desgracia.
Basada en la novela homónima de M.L. Stedman, cuenta la historia de un matrimonio que vive aislado en el faro de una lejana isla de Australia. El marido soporta los terribles y todavía recientes recuerdos de la II Guerra Mundial, mientras que la esposa padece el dolor de haber sufrido varios abortos recurrentes. Sus vidas cambian radicalmente cuando, en la orilla del mar, aparece un bote en cuyo interior se encuentran un hombre muerto y una niña recién nacida. Deciden entonces enterrar el cuerpo del adulto y apropiarse del bebé pero, cuando su suerte parecía haber cambiado definitivamente, conocen a la madre de la criatura, desolada a causa de la desaparición de su familia tras un naufragio.
Como bazas a favor, el film cuenta con una correcta ambientación, unas acertadas interpretaciones y una sobria dirección. Sin embargo, dicha sobriedad termina derivando en cierto tedio a medida que avanza el excesivo metraje. Su elegante y cuidado inicio necesitaría de un ritmo superior o, en su defecto, de un guion que fuera consolidándose con el transcurso de los minutos. El encanto de sus evocadores paisaje y el magnetismo de la pareja protagonista no bastan para que recaiga sobre ellos todo el peso de las más de dos horas de proyección. Además, la carga dramática resulta desmedida y ni se encauza a través de ingeniosos diálogos ni se combina con algunas pinceladas cómicas o entretenidas, por lo que esa pura desolación al cien por cien acaba por saturar a los espectadores. Es verdad que algunas hipnóticas secuencias desarrolladas en sugerentes escenarios naturales poseen una carga de profundidad incuestionable.
Pero es una lástima que la dosis de sufrimiento sea tan desmedida y que el tono se mantenga monótono, lento y agónico hasta el punto de desesperar al público, aunque ello no impida reconocer el mérito de las actuaciones de los intérpretes de primera fila que integran el elenco. Michael Fassbender es, a día de hoy uno de los más versátiles y efectivos actores del panorama cinematográfico, con una calidad profesional y una capacidad para transmitir emociones fuera de toda duda. Sus trabajos en “Jane Eyre” (en versión de Cary Fukunaga), “Shame”, “Un método peligroso”, “Prometheus”, “12 años de esclavitud”, “Macbeth” (de Justin Kurzel) o “Steve Jobs” suponen auténticas lecciones de buen hacer delante de una cámara. Constituye un lujo para cualquier reparto. Le acompañan en el apartado femenino Alicia Vikander (Oscar por “La chica danesa” y con apariciones en “Ex Machina” y “Jason Bourne”) y Rachel Weisz (ganadora también de la estatuilla dorada por “El jardinero fiel” y vista en “Ágora” o “Un niño grande”). Un acierto pleno de trío.
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@gerardo_perez_s
gerardops
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6
9 de octubre de 2015
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando afirmo que Alejandro Amenábar es el mejor realizador español, muchas personas consideran que exagero y que se trata de una manifestación poco reflexiva, más propia de un fan enloquecido que de un crítico de cine. Obviamente, para gustos, colores. Pero, aunque considere que esta última película sea el peor de sus trabajos, me reafirmo en mi postura. Sus cinco anteriores largometrajes constituyen un compendio de genialidad y de amor por el Séptimo Arte que no resiste la comparación con los inicios de ningún otro cineasta de nuestro país. Su capacidad para asustar, hacer reír, conmover y agradar a todos los sentidos (desde el oído, con sus bandas sonoras, hasta la vista, con su creación de imágenes) es admirable. Basta con escuchar sus declaraciones en programas televisivos y en documentales, hablando de sus colegas de profesión y de su visión sobre el cine, para constatar que detrás de Amenábar se encuentra algo más que un gran cineasta que domina su oficio. Existe un artista entregado, que se manifiesta a través de su obra con pasión y sentimiento.
Con “Regresión” retorna al terror y al suspense, los géneros que le catapultaron a la fama y le llevaron a conquistar un sinfín de premios y reconocimientos desde su debut. Y es partiendo de un listón tan elevado, por lo que “Regresión” puede considerarse su título menos notable, sin que ello signifique ni mucho menos que se trate de una cinta mala. Simplemente, no supera (ni siquiera iguala) a sus antecesoras, si bien mantiene las habituales corrección técnica y habilidad narrativa del autor. El ambiente y la escenografía son propicias para generar la tensión requerida. Los efectos de sonido, la música y la iluminación se utilizan con acierto y ofrece un puñado de excelentes escenas. Y, sobre todo, consigue incrementar el nivel de calidad a medida que avanza el metraje, siendo el resultado final muy superior a la media de las demás muestras del género que llegan a nuestras pantallas. No obstante, se percibe cierta “americanización” (dicho sea en sentido peyorativo) en la forma de abordar este proyecto. Se aproxima en exceso a un estilo narrativo más corriente y, por ende, menos artístico, y el constante tono de intriga e intensidad de la narración resta credibilidad a la historia. Si en “Tesis” combinaba con astucia situaciones terroríficas con momentos hilarantes y diálogos cómicos, si en “Abre los ojos” enlazaba con maestría la expectación y el misterio con los aspectos más ordinarios y cotidianos de los personajes, dotándoles de autenticidad, en “Regresión” dedica cada minuto de la proyección al complot y al miedo, lo que resta coherencia y verosimilitud al conjunto. Además, abusa de algunos tópicos propios de esta clase de films y que recuerdan a maestros como Kubrick o Hitchcock que, como otros, también se sirvieron de ellos. Si a todo lo anterior se añade la referencia a un tema (el satanismo) difícil de gestionar sin caer en el esperpento, la conclusión es que el guion flojea y el desenlace resulta irregular.
Los hechos tienen lugar en Minnesota a principio de los años noventa. Un detective investiga el caso de Ángela, una joven que acusa a su padre de cometer abusos sobre ella. El acusado, de forma inesperada y sin siquiera recordar lo sucedido, admite su culpa. Ante eso, se recurre a un psicólogo para que le ayude revivir una sucesión de recuerdos reprimidos, saliendo de ese modo a la luz una serie de rituales satánicos en los que se invoca al diablo.
Integran el reparto unos acertados Ethan Hawke y David Thewlis y una desaprovechada Emma Watson. El largometraje inauguró la reciente edición del Festival de Cine de San Sebastián, para ser posteriormente exhibido en Zurich.
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@gerardo_perez_s
gerardops
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