¿Qué es lo que distingue al western? ¿Los tiroteos? ¿El sheriff, los bandidos y los indios? ¿Los héroes de pocas palabras que siguen sus propias reglas y prefieren al amigo y al caballo antes que a la mujer? ¿Los asaltos a trenes? ¿El crimen y la justicia?
Pues entonces no busquen un western en Valor de Ley. Porque la película de los hermanos Coen, menos hermanos Coen y más populares que nunca, ofrece poco o nada de esos ingredientes. Sí, la película está ambientada en el Centro-Oeste americano, hay un forajido, un alguacil que lo persigue, y hay secuencias de acción de puro sabor western. Pero lo que realmente interesa a los Coen, basados en la novela de Charles Portis, es la aventura de una joven que deja definitivamente atrás la infancia para convertirse en adulta, y de la extraña amistad que acaba desarrollando con dos hombres muy distintos y que, a su manera, no encajan en la sociedad decadente en la que viven. La película, siempre entretenida y visualmente lograda y elegante, nada por estas aguas con gran soltura, mezclando humor, nostalgia y emoción de forma admirable.
A esto ayudan las siempre excelentes presencias de Jeff Bridges (único para este tipo de personajes caraduras y de vuelta de todo), Matt Damon (uno de los actores más interesantes de Hollywood.... ejemplifica, como DiCaprio, o incluso mejor que el californiano, que realmente se puede escapar de la tiranía del físico y convertirse en actor de carácter) y Josh Brolin (prototipo del actor todoterreno), que sin embargo no hacen sombra a quien es la estrella absoluta de la película. Hailee Steinfeld, salida prácticamente de la nada, se echa la película a sus espaldas desde el principio y no sólo no le pesa, sino que da una lección antológica de saber hacer y de seguridad ante la cámara. La escena en la que negocia el precio que se le debe por el robo y la muerte de su padre debería haber valido por sí sola el Oscar al que estuvo nominada, porque muy pocas veces se ve en tan corta edad tantísimo talento.

En definitiva, una película muy apreciable, algo lastrada por el bajón de ritmo de su segundo acto y la sensación extraña que deja al final. No es una obra maestra, no es lo mejor que han hecho los Coen, pero merece la pena verla, sentirla y, en una palabra, disfrutarla.

Lo mejor: Todos los actores, y especialmente Hailee Steinfeld.
Lo peor: A pesar de que es una película corta, su segundo acto se hace demasiado pesado en ocasiones.

Pues ya me ví Mar Libre.

En general, me ha parecido una serie notable, aunque reconozco que no ha conseguido engancharme ni apasionarme como lo hizo Serrallonga, por ejemplo. Principalmente porque la historia, aunque es indudablemente interesante, sufre de una narración demasiado poco elaborada, sobre todo en su primer episodio. Yo sin ir más lejos acabé de verlo y aún no tenía del todo claro quién era quién, y por qué eran tan importantes alguas cosas que pasaban.

Es por ello que es una grata sorpresa continuar con el segundo y último capítulo y encontrarse una notable mejora en ese aspecto de narración que tanto lastra a la priemra entrega. Además, la aventura es mucho más clara, y se presenta, desarrolla y termina una historia de amor ciertamente tópica, pero no por ello menos bella.

Lo que sí que no cambia en ningún momento es el brillante aspecto formal y técnico de la mini serie. Es maravilloso comprobar que, a pesar de que las arcas no gozan de buena salud, las televisiones autonómicas se apuntan a hacer productos tan dignos y económicamente arriesgados como éste. Y si encima se tienen los paisajes gallegos de fondo, pues mejor que mejor.

Entre los actores, quiero destacar al siempre excelente Luis Zahera en un personaje complicado, y la inocencia y simpatía que siempre desprende María Vázquez. José Ángel interpreta su personaje de forma harto parecida a como lo hace con Mendoza, y a mí particularmente me empieza a preocupar, porque van ya dos personajes seguidos en los que no me acaba de convencer (cuando es un actor que a mí me fascina en cine). Y por supuesto, voy a destacar a un William Miller simplemente extraordinario, llevando muy bien el peso de la mini-serie, diciéndolo todo muchas veces con la mirada, y llorando de una forma que parte el corazón (qué bien llora Will! :-] con lo difícil que debe ser...)

Una historia interesante sin duda la de esta Georgiana de Devonshire....
....y un desarrollo demasiado anurrido y extenso como para que yo recomiende esta cinta.
Sin duda, La duquesa es una belleza visual exraordinaria. Cada plano es digno de un museo, gracias al mimo y el excepcional cuidado que se ha puesto en la recreación de decorados, peluquería, vestuario y fotografía. Pero como digo, el ritmo es tan cansino, y las escenas tan irregulares, que cuesta mucho introducirse en la historia y fascinarse con ella. No resulta tan complicado, sin embargo, simpatizar e identificarse con la protagonista, gracias principalmente a la interpretación de Keira Knightley. Mi experiencia con la Elizabeth Swann de la saga PdC es bien diversa y pintoresca, pero lo cierto es que aquí consigue que me crea lo que está haciendo, y me borra el infausto recuerdo de las secuelas de Piratas y del bombo que se le dio en su día cuando a mí no me parece en absoluto la maravilla que siempre todos han visto en ella. Hayley Atwell demuestra una vez más lo mucho, muchísimo que vale, ý Dominic Cooper hace exactamente lo que se le pedía: estar atractivo y ser el héroe romántico de la película. Ralph Fiennes, por su parte, solventa la difícil papeleta de ser, por así decirlo, el malo de la historia (para mentes muy simples claro, puesto que el duque es, simple y llanamente, un hombre de su época...), y un tipo absolutamente despreciable con una elegancia, una contención y una capacidad de expresión inconmensurables. sin duda es lo mejor de una película fallida.

Lo mejor: Ralph Fiennes.
Lo peor: Es lenta, muy lenta, y no llega a enganchar.

Christophe Barratier, que consiguió una de las obras maestras de los últimos años con Los chicos del coro, intenta aquí repetir fórmula sin tanto éxito. Porque, a pesar de las notables diferencias argumentales entre una y otra, París París es prima hermana de su predecesora, como demuestran ese sabor tradicional, esa emotividad, esa emoción y esa ternura a raudales. Sin embargo, como digo, la cosa es un quiero y puedo sólo a medias. Hay muchas cosas muy interesantes (sobre todo, la historia de amor entre Douce y Milou, y todo el final), pero los personajes quedan demasiado desdibujados, y los acontecimientos importantes se atropellan por una estúpida razón. Y esa razón es que a barratier se le mete entre ceja y ceja trufar la película de números musicales que lastran el ritmo del metraje. Si la cosa durase veinte minutos menos, todos habríamos salido ganando. Una lástima.

Lo mejor: Los actores (excepcionales Gérard Jugnot, Clovis Cornillac y Kad Merad)
Lo peor: Es demasiado larga, y los números musicales resultan cansinos.

Darren Aronofsky, debe ser que cansado de las extrañas películas que había hecho hasta entonces (Pi, Requiem por un sueño, La fuente de la vida), firma aquí una historia de lo más convencional acerca de un perdedor entrañable de ésos que tanto le gustan al cine, y al cine americano en particular. Lo particular de la historia es que este tipo dedica su vida a la lucha libre, que más o menos consiste en fingir golpes y dolor, en realidad mantiene una lucha consigo mismo y con una vida falta de lo que de verdad importa. Y ahí está Mickey Rourke, en un papel que le va como anillo al dedo, casi casi autobiográfico, emocionando al respetable de modo increíble (ver la conversación con Stephanie en el muelle) y dándolo todo. A su lado, dos actrices soberbias que Dios sabrá por qué no trabajan el doble que otras petardas de Hollywood. Por un lado, Marisa Tomei, simplemente brillante y con una capacidad inmensa de hacer que te identifiques con su stripper. Por el otro, Evan Rachel Wood, una de las mejores actrices jóvenes de los último años, que no sé por qué no le está quitando todos los papeles a Keira Knightley o a otras con menos talento. Y entre medias, un guión aceptale, pero que podría haber sido mucho mejor.

Lo mejor: Los tres protagonistas y la relación que los une.
Lo peor: Las peleas son desagradables y muy largas, y la película no tiene final.