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Críticas de Niccólito
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Críticas 22
Críticas ordenadas por utilidad
10
13 de abril de 2007
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hace ni un minuto que mi rostro ha vuelto a reflejar el color de la esperanza, esperanza tendida en el hermoso puente de imágenes, música e ideas, que el gran cineasta que es Alfonso Cuarón ha tejido con sus manos para todos nosotros. Motivo no sólo de alegría, para todos los que amamos el cine, si no de despertar al mundo que nos rodea es esta obra de arte que aún no ha sido descubierta por muchos, pero que en los ojos en los que ha vivido los ha cambiado para siempre. No quiero hablar ni revelar nada de esta película a quién sea aún extranjero de su relato, me gustaría, sin embargo, compartir la profunda emoción que me infunde más allá que la inmensa mayoría de obras (artísticas o no) que he contemplado desde que soy niño. A menudo el arte nos ha dado lecciones duras y penetrantes sobre los horrores que arrastra nuestro pasado y nuestro presente, pero muy pocas veces (si es que se ha dado alguna) nos hemos encontrado con una película que nos advierta (desde un tono alejado de cualquier arrogancia, más bien como la mano cálida de un amigo, brindándonos su cariño en nuestro hombro) sobre las sombras que envuelven nuestro futuro. Este regalo a la vida y al cambio debe de compartirse y enseñarse a los más jovenes, a los niños de los hombres, a aquellos que pueden hacer que la sinrazón mejore y los vientos cambien. Muchas veces, nuestra perspectiva occidental de cómoda aunque inquietante paz política dentro de nuestras fronteras, nos lleva a olvidarnos (más allá de un "qué horror" ocasional y rutinario ante las atrocidades que, con pulcra hipocresía, relatan nuestros reporteros desde allí donde se sufre) de todo el dolor y miseria que se agolpan más allá de los límites que hemos trazado. El dolor de su hoy puede ser nuestra desdicha del mañana. Por ello es necesario el actuar el escuchar las palabras sabias que desde esta obra se nos regala, porque no son más que eso, un regalo a nuestra importancia como individuos, por encima de la alienación que suscitan los estándares impuestos por las modas y el dinero, a nuestro derecho y voluntad a establecer las reglas del juego y del cambio, a no dejarnos arrullar en nuestra vida cómoda aunque difícil (nadie dijo que vivir fuera sencillo, pero es siempre más fácil vivir que temer por hacerlo), renegando de la pólítica como instrumento roto y desafinado, pero al que no tenemos la intención de mejorar. Lo mejor que se me ocurre decir sobre Children of men y sobre aquello que para mí significa, es que si algún día tengo el deber y la suerte de criar a un niño (sea o no de mi sangre) tal vez gracias a ella tenga algo valioso que contarle.
Niccólito
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10
12 de septiembre de 2011
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una duda que a menudo me asalta y para la cual la presente viene al pelo.

¿Podemos justificar un 10 para aquellas películas que son evidentemente imperfectas? ¿Pierden realmente a los puntos las que fascinan por momentos y no durante todo el metraje?

En mi opinión, depende de la escala. Cuando las propuestas estéticas son tan fascinantes como "Enter the Void", "Begotten" o la que nos ocupa, "El arca rusa", el baremo no puede fijarse tan solo en la perfección del conjunto, sino también en la envergadura que alcanzan sus aciertos.

Los de "El arca rusa" son descomunales, a la altura de cintas como "Enter the Void", "El nuevo mundo" o incluso "Barry Lyndon". Eso sí, comparte con las primeras y no con la última su condición de imperfecta, de película que nunca podría completarse de un modo enteramente satisfactorio porque la propia naturaleza de la historia lo impide.

Encerrar Rusia, o, mejor dicho, la Rusia perdida en las 33 estancias del Hermitage con dos fantasmas más de una época que no volverá recorriendo la historia de la gran nación y hacerlo en una sola toma de 90 minutos merece más que un aplauso. Merece ese 10.

Por imperfecta que sea.
Niccólito
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5
24 de junio de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un problema grave con esta peli.

Un problema que ya se ha repetido varias veces (Dogma, dadaismo, etc.). Un problema que se manifiesta cuando uno pretende adscribirse a una corriente humanística rompedora hasta las últimas consecuencias.

Y hay que reconocer que Oliver Stone lo consigue. Su película es el mejor ejemplo que existe del post-modernismo. Pero el post-modernismo, por definición, es I don't give a fuck about anything. Es un todo vale. Y eso se aplica a la dirección de actores, a una terrible dirección artística, a una violencia que no por desaforada hiere (cause I don't give a fuck) y a un vaivén narrativo que sobreacumula situaciones a alta velocidad que vuelven a demostrar cuánto se puede hacer desde lo introspectivo (los tres días de Vetusta).

En fin, que sí, que Oliver Stone hizo exactamente lo que buscaba. Pero eso no es suficiente.

Tarantino, que firma la historia, entendería que hay que dejar un pedazito de alma en todo lo que uno cuenta y no dejarse llevar por la verborrea y el manierismo girando en el vacío.
Niccólito
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8
9 de abril de 2007
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces tenemos la suerte de asistir al nacimiento de una personalidad artística singular y arrolladora, una raza especial de cineastas que imponen su sello en cada obra y no como una marca, como una simple etiqueta fabricada en serie que los haga fácilmente reconocibles a su público al que ya tienen ganado de antemano, sino como una cuestión crucial, de vida a muerte. Artistas de este calado que viven al límite (Martin Scorsese, Alejandro Gonzalez Iñárritu, Sergio Leone o Abel Ferrara) su experiencia creativa resultan más que necesarios para la dinamización del cine por más que sus propuestas rayen en ocasiones lo desmedido, sean irregulares o simplemente fallidas. Joe Carnahan, joven cineasta que hasta el momento sólo ha entregado dos películas (esta que nos ocupa y su espléndido debut Narc), proveniente del mundo del videoclip que (al contrario que otros directores cuyo proceso de reconversión estilística los aleja y mucho de sus orígenes musicales, caso por ejemplo del realizador de Sexy Beast y Reencarnación el genial Jonathan Glazer) luce con orgullo e ingenio sus galas pasadas en su camino en el celuloide pertenece a esta estirpe de indomables. Y aunque su última película es un apocalipsis de emociones desenfrenadas, diálogos farragosos e irregulares, violencia efectista y piruetas visuales también es indudable que late en ella la emoción del auténtico cine. La película parte de una idea sencilla, un antiguo hombre de espectáculo Benny Aces metido a mafioso de altos vuelos pero sin la suficiente destreza como para no llamar la atención acepta la protección de testigos que le ofrece el FBI a cambio de desmantelar a los miembros de la banda rival. Encerrado en un edificio e incomunicado, su suerte se agota cuando su cabeza adquiere el precio de un millón de dólares. (continua en la parte spoiler aunque sin datos reveladores de la trama)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Niccólito
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6
27 de abril de 2007
5 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
No debería sorprender ya, pero sorprende. A menudo se estrenan películas, por lo menos dos o tres veces al año, que adquieren una dimensión inesperada (y exagerada) de la manera más imprevista. Pasó con Crash, ganadora del Oscar de 2005 a la mejor película, pasó con El viento que mueve la cebada, que se alzó con la palma de oro en Cannes, con el beneplácito de un jurado apático presidido por Wong-Kar-Wai y a pasa ahora con la película alemana de moda, La vida de los otros, que derrotó a la obra maestra de Guillermo del Toro El laberinto del Fauno, en la competición por la estatuilla dorada en la categoría de mejor película extranjera. Cierto es que La vida de los otros es una película agradable de ver, de escuchar y comentar a la salida del cine con hielo en la copa en animada e intrascendente tertulia. Nada rechina especialmente, tampoco nada destaca, se ve con la misma pulcritud y limpieza de horizonte que un desierto. Cierto es también que si nos sumergimos más allá de lo aparente, las cosas comienzan a ser menos agradables. Empezando por su contenido artístico que se puede declarar como romo, ni la dirección, ni la fotografía, ni la banda sonora ni siquiera su buen, pulcro y aceptable guión destacan en mayor medida. Comete un error grave, muy grave, de narración hacia el final de su metraje, en el que su realizador (el novel Florian Henckel-Donnersmarck) demuestra su incosistencia e inseguridad como narrador, alargando una historia que ya debía de haberse cortado tiempo atrás. Claro que es una película agradable y eso debería de llegarnos. Es una película "con mensaje" trata un tema duro, tiene drama, unas diestras pinceladas de comedia (probablemente las mejor dadas del lienzo) pero sin el contrapunto dramático que hace brillar esos momentos (lejos, muy lejos de la verdadera esencia que se oculta detrás de ellos, una obra para saber de que estamos hablando Hijos de los Hombres, Alfonso Cuarón y sus cigüeñas).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Niccólito
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