A primeros del siglo XX las corrientes migratorias a Estados Unidos eran una constante, miles y miles de personas se desprendían de un pasado de hambre y de miseria en Europa para intentar encontrar su propia suerte al otro lado del océano, la isla de Ellis se convirtió en el examen mas difícil de superar para alcanzar el sueño americano.

Guiuseppe Tornatore que alcanzó la gloria cinematográfica con su mejor producción “Cinema Paradiso” se hunde en esta ocasión apostando por un guion que si bien promete en su inicio se acaba convirtiendo en absolutamente anodino y con poco que ofrecer al espectador, un viaje transoceánico que hace aguas por los cuatro costados.

Los ídolos del cine no surgieron de la nada crecieron como un árbol enraizándose entre los estudios de cine, las cámaras y sus películas creciendo y creciendo, cada vez mas cerca de las propias estrellas adulados por millones de admiradores, pero los años pasan y todo tiene un final, las consecuencias del ocaso y de la ausencia de nuevos trabajos supone un cambio brutal, el del árbol enorme que se inclina por el paso de los años hasta que se derrumba con una caída aparatosa.

Billy Wilder refleja en el “Crepúsculo de los dioses” esta caída y sus implicaciones haciéndonos ver que hay algo mas grande que los Estudios de la Paramount, el ego de sus antiguas estrellas.

Muy buena la narración con “voz en off” de la historia y excelentes los papeles de William Holden y de Gloria Swanson, los dos pilares de un triste relato del propio mundo del cine.

Los ladrones de joyas denominados ladrones de guante blanco, tienen la fama de ejecutar sus trabajos con método y con la precisión de un cirujano, inteligencia y sangre fría son sus principales características.

Jean-Pierre Melville nos ofrece esta antigua película de robo de joyas a la francesa con un argumento muy confuso que deja multitud de hilos sueltos difíciles de evitar para la inteligencia de cualquier espectador y con un ritmo lento, lentísimo, casi exasperante.

No aporta demasiado el protagonista y actor emblemático de la época Alain Delon, en fin, este film no es una buena elección.

En los países musulmanes la religión tiene un peso especifico extremadamente alto, su tradición así lo demanda, en la mayoría de ellos, los relojes no corren al mismo ritmo que en el mundo occidental, las costumbres tampoco, así pues no es difícil concluir que sus sociedades tienen un comportamiento diferente al nuestro con sociedades mucho más atrasadas.

La influencia de los radicales islámicos es enorme haciendo un autentico lavado de cabeza a los jóvenes que, sin encontrar su propio rumbo, deambulan entre las callejuelas de sus ciudades.

Nabil Ayouch se interna en su película en los entresijos de esta problemática para dar a conocer el ámbito social a primeros del siglo XXI.

Aunque la idea es buena, los actores no descollan y el argumento tampoco haciéndose la película un tanto tediosa.