Menudo truño. Puestos a valorar la película, dejaré a un lado el género, las ideas vertidas en el guión, y todo aquello que podamos extrapolar a cualquier cinta de ciencia ficción. Puestos a valorar esta película, la valoraré como película. Y como película esto hace aguas por todos lados.

Podemos empezar a criticar las actuaciones que son tremendamente lamentables, la música que aburre y en otros momentos está metida con fuerza: Beethoven. Podemos hablar de las reacciones descerebradas, atormentadas y fingidas de un grupo de profesores universitarios ante el relato de uno de sus compañeros. Y aquí me voy a cebar un poquito más pues considero que es lo que más chirría de todo. No sé si alguien puede creerse el comportamiento de estas personas. Yo desde luego no me las creo. No me creo sus reacciones iniciales, sus preguntas, sus dudas ante lo que están escuchando, y sus conclusiones ante un final absurdo. No creo que estos personajes jugaran mucho de pequeño, no creo que supieran hacer volar la imaginación, no creo que este tipo de personas existan lejos de la pantalla de cine. No son reales, y por tanto, sólo queda escepticismo ante lo que veo.

A esta historia le hacia falta un desenlace que te dejara con la boca abierta, que te hiciera reflexionar. Pero su final es ¿predecible? ¿infantil? cómico diría yo. Absurdo, fácil para un guionista holgazán que no supo salir del atolladero.

Mis cuatro puntos son para ciertas fases de la historia. Aquellas en las que narra con acierto como una religión: la católica apostólica y romana no es más que un cúmulo de mitos, retazos de otras culturas y apropiaciones de otras religiones mucho más antigua y perseverante en sus ideas que la Macro Santa Iglesia Vaticana.