Siendo esta la primera adaptación de Mujercitas que he tenido el gusto de ver en la pantalla no puedo discutir que funciona mejor o peor en la versión de Greta Gerwig. Lo que sí puedo decir es que la película que nos ocupa parece mantener el espíritu de la novela clásica, siendo a la vez una particular actualización de la misma para reivindicar un claro mensaje en el siglo XXI.

La película desborda un alegría y vitalidad que resultan contagiosas. Se refleja en la grandiosidad de sus paisajes y la deleitante sinfonía del maestro Alexandre Desplat, que solo se ven superados por el talento del reparto. Saoirse Ronan está deslumbrante, con Jo Marsh suma una más a una lista de grandes interpretaciones que cada año se hace más larga. Llena la pantalla y lleva la voz cantante durante todo el metraje, pero no desfallecen a su lado nombres destacados como Timothée Chalamet o Florence Pugh. Esta última consolida un gran año y da muestra de una versatilidad sin precedentes cuando comparamos a esta Amy con la Dani protagonista de la terrorífica Midsommar.

Por supuesto 'Little Women' también tiene sus faltas. La estructura narrativa que ha decidido emplear Gerwig no siempre funciona igual de bien y personalmente tardé en entrar en su mundo debido a lo rápido que se movía en un comienzo. Pero una vez la película encuentra el rumbo es fácil relajarse y disfrutar de una experiencia dibujada con una sensibilidad preciosísima. Acaba desembocando en un relato de celebración entusiasta de la vida, de una manera que casi se podría definir como autocomplaciente. Y no lo digo con ninguna connotación negativa, todo lo contrario. 'Little Women' halla su punto álgido cuando más se asemeja a una fábula atemporal y esperanzadora, a pesar de los tramos más dramáticos.

Tenían mucha razón quienes decían que esta era la película perfecta para las navidades. Se le pueden achacar todos los adjetivos propios de este pseudo-género, sin relegarse al mismo. 'Little Women' es feliz, optimista, emotiva, apasionada y femenina, pero si tuviese definir la segunda obra de Greta Gerwig con una sola palabra esta sería "bonita". La fuerza de su mensaje envuelta dentro de una atmósfera de cuento la convierten sin duda alguna en una de las cintas más bellas del pasado año. No pierde nunca su aroma clásico y aún así se siente fresca por el espíritu de su narradora, cuya evolución como cineasta seguiré con ganas estos próximos años.

Que gran manera de empezar un enero que promete otros grandes estrenos(tardíos) de un 2019 repleto de peliculones, algunos de los cuales sin fecha de estreno en España lamentablemente. Ojalá este 2020 nos siga sorprendiendo con el espectáculo, maestría y originalidad del mejor cine.