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Voto de LennyNero:
10
8,3
10.536
Drama
Guerra de los Cien Años, siglos XIV y XV. En 1431, la joven Juana de Arco, después de haber conducido a las tropas francesas a la victoria, es arrestada y acusada de brujería. Ella declara haber recibido de Dios la misión de salvar a Francia, pero es procesada y condenada a morir en la hoguera. (FILMAFFINITY)
18 de febrero de 2009
18 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los personajes de Dreyer se mueven con parsimonia y lentitud, quieren que les conozcamos, que sepamos su historia, que mastiquemos sus sentimientos y sus personalidades igual que el travelling que inicia la historia, un movimiento lateral anormalmente pausado que sirve para conocer el lugar de la acción, para zambullirnos de pleno en el ambiente de la película.
Todo es blanco y luminoso. El cineasta quiere hacer gala de transparencia, que todo quede revelado a nuestros ojos, que nada escape de nuestra atención. Todo es blanco y luminosos, sí, como la santidad de Juana y sin embargo, ella siempre esta empequeñecida en el plano. Es la opresión de la iglesia, del edificio y la institución, pero también es el peso de su creencia la que la reduce; un peso que la derrumba y la aplasta, pero que acepta no tanto con fanatismo sino con la convicción no tanto del que cree como del que sabe.
Estamos en los últimos momentos del cine silente, pero lo que vemos es un diálogo, un duelo plano contraplano continuo, un duelo descarnadamente desigual. La soledad de Juana, en ligero picado, sometida al poder pero protegida por dios, una cara atormentada y sin embargo bella en cada gesto, en cada lágrima. La iglesia, en su forma individual o en grupo, en contrapicado, gestos autoritarios de autoritarismo grotescamente deformados, corruptos, como si fueran el espejo deformado de la fe, una burda parodia de cristianismo, una conversión a la codicia y una cámara cuya posición sugiere quién está detrás de ello.
Está en los símbolos el paralelismo entre la pasión de Juana y la pasión de Cristo. Unas metáforas correctas en su uso pero que pecan de una cierta simpleza, de falta de sutileza. Sólo la mosca que se posa dos veces en la cara de Juana asocia con inteligencia la tentación de la rendición con el poder del diablo. El resto no aportan nada que la potencia visual de las imágenes del metraje no se encargue de transmitir. Un subrayado innecesario aunque bien ejecutado. (sigue en spoiler)
Todo es blanco y luminoso. El cineasta quiere hacer gala de transparencia, que todo quede revelado a nuestros ojos, que nada escape de nuestra atención. Todo es blanco y luminosos, sí, como la santidad de Juana y sin embargo, ella siempre esta empequeñecida en el plano. Es la opresión de la iglesia, del edificio y la institución, pero también es el peso de su creencia la que la reduce; un peso que la derrumba y la aplasta, pero que acepta no tanto con fanatismo sino con la convicción no tanto del que cree como del que sabe.
Estamos en los últimos momentos del cine silente, pero lo que vemos es un diálogo, un duelo plano contraplano continuo, un duelo descarnadamente desigual. La soledad de Juana, en ligero picado, sometida al poder pero protegida por dios, una cara atormentada y sin embargo bella en cada gesto, en cada lágrima. La iglesia, en su forma individual o en grupo, en contrapicado, gestos autoritarios de autoritarismo grotescamente deformados, corruptos, como si fueran el espejo deformado de la fe, una burda parodia de cristianismo, una conversión a la codicia y una cámara cuya posición sugiere quién está detrás de ello.
Está en los símbolos el paralelismo entre la pasión de Juana y la pasión de Cristo. Unas metáforas correctas en su uso pero que pecan de una cierta simpleza, de falta de sutileza. Sólo la mosca que se posa dos veces en la cara de Juana asocia con inteligencia la tentación de la rendición con el poder del diablo. El resto no aportan nada que la potencia visual de las imágenes del metraje no se encargue de transmitir. Un subrayado innecesario aunque bien ejecutado. (sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
¿Dreyer filma el tormento de una santa o de una fanática? Es evidente que Juana de Arco es un símbolo de fácil asimilación como transmisora de ciertos valores fundamentalistas religiosos, pero en definitiva esto no es una hagiografía. Sin duda se trata de un film humanista, que más allá del retrato de una época, de unos personajes se erige en una andanada poderosa contra el abuso de poder, en una reivindicación de la libertad individual frente al autoritarismo, de la dignidad por encima de cualquier ley injusta, provenga de donde provenga, ilustrado todo ello con el único momento en que Juana es vista en contrapicado, el único momento, aún en la hoguera en que cambian las tornas y es el pueblo la que la mira con admiración mientras ella, desde arriba acepta su destino sin arrogancia pero con la autoridad moral del que no se ha se ha plegado a la arbitrariedad.
Este es un film símbolo, una película planificada inteligentemente desde el intelecto, pero cuyos fotogramas irradian en todo el metraje una pasión que proviene de las entrañas, un vehículo de transmisión de emociones que hace sentir la tortura y el sufrimiento de su protagonista, y a la vez inflama los deseos de libertad. Una película emotivamente agotadora, que literalmente hace temblar no sólo las conciencias, sino los mismos cimientos de la opresión.
Este es un film símbolo, una película planificada inteligentemente desde el intelecto, pero cuyos fotogramas irradian en todo el metraje una pasión que proviene de las entrañas, un vehículo de transmisión de emociones que hace sentir la tortura y el sufrimiento de su protagonista, y a la vez inflama los deseos de libertad. Una película emotivamente agotadora, que literalmente hace temblar no sólo las conciencias, sino los mismos cimientos de la opresión.