Emociones encontradas es lo que produce el visionado de esta película. Empiezas aborreciendo su gafapastismo, luego simplemente da mucha rabia y acabas de la única manera posible, odiándola.

Queriendo ser emotiva y evocadora se queda en un desfile de tópicos de la escena indie a cual más cargante. La manía de poner versiones musicales de grandes temas pasados por el filtro de la modernidad pop meláncolica, la obsesión de pensar que si alguien habla en susurros es más interesante, sus diálogos de pretendida carga filosofal gafapastil, pero sobre todo una estética visual presuntamente moderna que más parece a ratos un anuncio de coca-cola y a ratos de cualquier marca de seguros. Todo ello acaba por desquiciar los nervios al más pintado.

Como no podía faltar en esta clase de cine no falta esos momentos de miradas y silencios que quieren ser simbólicos y emotivos, y que si no fuera porque son un peñazo rsultarían hasta un oasis de paz en medio de tanta cháchara pedante.

Tampoco podía faltar a la cita un elenco de jóvenes actores surgidos de la cantera televisiva con resultados más que obvios, es decir un desastre interpretativo absoluto. En especial hay que comentar y lamentar,el "papelón" de Javier Pereira, tambien conocido desde este film como Mr Sonrisas bobaliconas, que consigue sin apenas pestañear que no veamos al chico maduro, introvertido y romántico que debería ser sino el típico cultureta de filosofía de cine Verdi.

No está de más comentar dos momentos especialmente estúpidos de la película. Uno es la desaparición del propio film en el que nos vemos transportados de repente al canal Barça Tv y otro su desenlace, que destaca por su vacuidad, su simbolismo sutil propio de un niño de primaria amén de ser forzado y absolutamente innecesario.

En fin ahora entiendo el mensaje que se ocultaba tras el amor del protagonista por mirar las lavadoras en marcha, sín duda una clara advertencia que algo tan sumamente aburrido puede llegar a ser mucho más interesante que tragarse bazofias como esta.

Lo mejor: Ver al Barça de los buenos tiempos.
Lo peor: La esterilidad de la propuesta.