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Voto de Sinhué:
10
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7 de noviembre de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A día de hoy, y me temo que hasta el mismo instante en que exista una vacuna efectiva contra el alcoholismo, "Días de vino y rosas", sigue gozando de una aterradora actualidad.
La vida de una pareja que se quiere, y que quieren todo aquello que alguna vez les hizo encontrarse y ser felices; hasta el preciso momento en que dejan de ser dos y el tercero en discordia, que no es su hija, crece de manera exagerada.
El que ha llegado al hogar de Joe y Kirsten, con intenciones de quedarse, es un elemento que va de simpático pero que tiene un irascible temperamento; hace valer su alta graduación, no menos de 40º; varía de color, sabor y hasta de nombre; acaba desquiciando cuando desaparece y gusta de vivir dentro de las botellas. En sus buenos momentos tenía en la caricia sedosa su arma más persuasora; ahora, cuando las rosas yacen marchitas en el vacío frasco de ginebra, utiliza denigrantes métodos para acentuar su presencia, y sádicas fórmulas para torturar con su ausencia.
Blake Edwards construyó, con la inestimable ayuda de los dos protagonistas (Lemmon y Remick) uno de los mejores tratados sobre el alcohol y sus devastadores efectos, sin dejarse llevar por facilones efectismos propios de los temas que tienen que ver con las adicciones.
Yo considero imprescindible su visionado y supongo que quienes luchan contra la terrible enfermedad la utilizarán como manual de autoayuda.
La vida de una pareja que se quiere, y que quieren todo aquello que alguna vez les hizo encontrarse y ser felices; hasta el preciso momento en que dejan de ser dos y el tercero en discordia, que no es su hija, crece de manera exagerada.
El que ha llegado al hogar de Joe y Kirsten, con intenciones de quedarse, es un elemento que va de simpático pero que tiene un irascible temperamento; hace valer su alta graduación, no menos de 40º; varía de color, sabor y hasta de nombre; acaba desquiciando cuando desaparece y gusta de vivir dentro de las botellas. En sus buenos momentos tenía en la caricia sedosa su arma más persuasora; ahora, cuando las rosas yacen marchitas en el vacío frasco de ginebra, utiliza denigrantes métodos para acentuar su presencia, y sádicas fórmulas para torturar con su ausencia.
Blake Edwards construyó, con la inestimable ayuda de los dos protagonistas (Lemmon y Remick) uno de los mejores tratados sobre el alcohol y sus devastadores efectos, sin dejarse llevar por facilones efectismos propios de los temas que tienen que ver con las adicciones.
Yo considero imprescindible su visionado y supongo que quienes luchan contra la terrible enfermedad la utilizarán como manual de autoayuda.