El famoso agente 007 ha sido desde siempre el máximo referente del género de espías en la industria del cine. El caracter pasota y seductor de James Bond, junto con los curiosos "gadgets" que utiliza, las despampanantes féminas que le acompañan, y sus historias bien cuidadas y llenas de acción, le convierten en un producto muy aconsejable de ver. Cuando Robert Ludlum ideó su agente de la CIA Bourne, también ideó un personaje que le pudiera hacerle frente a nuestro querido consumidor de martini con vodka mezclado, pero no agitado.

Un barco pesquero se encuentra a un hombre con varios disparos en la espalda y un número de cuenta tatuado en la pierna. Poco a poco veremos como ese hombre va descubriendo tanto su oscuro pasado como sus extraordinarias habilidades y conocimientos.

La mayor virtud de la película es que combina a la perfección la intriga característica de las películas de espías y una gran dosis de acción. Además, presenta un guión sin altibajos y no cansa con los efectos especiales. En su contra, el desaprovechamiento de sus personajes secundarios y la más que conocida costumbre de las películas del géreno de introducir elementos poco realistas.

En cuanto a los intérpretes, destacar a Franka Potente. Matt Damon, sin hacer una mala actuación, no consigue aprovechar la riqueza de su personaje.