Bueno, una sí envejece, o se hace mayor, que es la niña, porque si no fuera así ya sería el colmo de los colmos. Una serie que baila entre 2006 y 2019 y que sus protagonistas ninguno denote los signos obvios del envejecimiento de la piel pues deja bien clara la profesionalidad con lo que se ha tratado un tema tan importante, ya que la trama va danzando entre 2006 y 2019, y lo que es peor, que una vez más, a los espectadores se nos trata como idiotas, por no decir otra cosa.

Sé que detrás de un rodaje hay mucho trabajo, y lo entiendo, pero, señores, hay cosas que se tienen que mejorar, y ya no solo hablo de las series españolas, sino de todas en general. No puede ser que los tontos seamos los que nos tragamos este tipo de producciones.

En cuanto a la trama y al trabajo actoral hay mucho de que hablar y no demasiado. Del reparto tan solo me quedo con la enorme interpretación de Cecilia Freire, a quien podemos ver en los dos últimos capítulos, en especial el 5º, el cual es, sin ninguna duda el episodio cumbre de la serie. Os recomiendo tragaros el berenjenal que viene antes hasta llegar al mencionado quinto episodio, del cual solo puedo salvar el prometedor inicio, donde Amaya es secuestrada sin que nadie se entere de nada. Del resto de actores solo puedo decir que su trabajo deja bastante que desear, incluido el de Coronado, que pienso tocó techo en Vivir sin permiso.

El final deja insatisfecho a cualquiera que tenga dos dedos de frente, y si la vista no me falla casi al final hay un cameo del autor del libro del cual está basada esta serie, que no es otro que Javier Castillo.

Lógicamente habrá segunda temporada, lo tengo claro, eso si, lo que no tengo claro es que la vea, o quizá mejor no...