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Voto de Tony Montana:
2
4,7
7.703
Ciencia ficción. Acción. Thriller. Drama
Gran Bretaña, 2007. El letal virus "Reaper" ha aniquilado a cientos de miles de personas. El gobierno británico decide evacuar a los supervivientes sanos y rodear con una muralla el área afectada para evitar la huida de los infectados. Cuando, treinta años después, el virus reaparece, el gobierno envía a la zona un equipo de especialistas de élite, dirigido por el Mayor Eden Sinclair, con la misión de obtener una vacuna a cualquier ... [+]
25 de julio de 2008
38 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esperaba más de la nueva cinta de Neil Marshall, irregular guionista pero un buen director de estilo publicitario capaz de, sin ser un David Fincher o un Zack Snyder, dotar de un ritmo trepidante y una atmósfera potente y agobiante sin recursos fáciles a su cine, pero al que le pierden las segundas mitades de sus películas, donde, sin cortapisas alguno, se desbarran en un ejercicio de estilo notable pero vacío en el que las referencias a grandes cintas se multiplican por doquier hasta hacer que la película termine siendo altamente impersonal, y a la que solo salvan la impecable narración del realizador y el brillante, aunque algo sobrecargado, montaje, especialmente en las secuencias de acción, y ese es el caso de Doomsday, que no es más que una macarrada en toda regla, una niñería de pésimo gusto en la que, de manera altamente incomprensible, se fagocitan grandes clásicos del cine de los últimos 30 años para crear un collage cinéfilo de escaso valor y aún más escaso interés, algo que se pierde a la media hora, más o menos, en la que el guión se olvida de la historia y únicamente se preocupa por enlazar un conjunto de escenas gore absolutamente gratuitas con secuencias de acción en las que la pericia del director consigue salvar un poco el resultado de uno de los libretos más pésimos de los últimos años. Doomsday termina siendo un despropósito de proporciones tan épicas o más como la búsqueda de los protagonistas derivada de una absoluta orgía psicotrópica propia de un niñatillo de quince años flipado con el tunning.
Y el primer error es tomarse en serio a la película en su primera y más que aceptable primera media hora, lo que hace imposible, sencillamente, que el espectador pueda apreciar la hora y pico restante que transcurre desde que los protagonistas entran en Escocia. Y es que, el intento de llevar a cabo su particular Apocalypse Now es una chorrada como un camión. Si la primera media hora no tuviera tan buena pinta, más allá del patético retrato que se realiza del malvado y pérfido Canaris, quizás el personaje más estereotipado que he visto en mucho tiempo, quizás la película fuese mejor, pero aquí se sientan unas bases que luego el realizador no culmina de manera satisfactoria, vulgarizando tanto su idea principal que llega a límites insospechados de ridículo y vergüenza. A raíz de esto, todo comienza a adquirir un tono demasiado surrealista y grandilocuente, el director y guionista pone el punto de mira bastante alto para su posterior desinhibición, en pos de la búsqueda de un Kurtz barato llamado Kane interpretado por el cada vez más decadente Malcolm Mcdowell, cuya aparición deparará algunos momentos delirantes que parecen surgidos de la cabeza de cualquier genio del cine basura, como Ed Wood o Uwe Boll.
Y el primer error es tomarse en serio a la película en su primera y más que aceptable primera media hora, lo que hace imposible, sencillamente, que el espectador pueda apreciar la hora y pico restante que transcurre desde que los protagonistas entran en Escocia. Y es que, el intento de llevar a cabo su particular Apocalypse Now es una chorrada como un camión. Si la primera media hora no tuviera tan buena pinta, más allá del patético retrato que se realiza del malvado y pérfido Canaris, quizás el personaje más estereotipado que he visto en mucho tiempo, quizás la película fuese mejor, pero aquí se sientan unas bases que luego el realizador no culmina de manera satisfactoria, vulgarizando tanto su idea principal que llega a límites insospechados de ridículo y vergüenza. A raíz de esto, todo comienza a adquirir un tono demasiado surrealista y grandilocuente, el director y guionista pone el punto de mira bastante alto para su posterior desinhibición, en pos de la búsqueda de un Kurtz barato llamado Kane interpretado por el cada vez más decadente Malcolm Mcdowell, cuya aparición deparará algunos momentos delirantes que parecen surgidos de la cabeza de cualquier genio del cine basura, como Ed Wood o Uwe Boll.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Desde el mismo momento en que aparecen unos camiones sospechosamente parecidos a los de Aliens, el regreso, y matan a una vaca, de la que el director toma buena nota con un primer plano del cadáver ya bien muerto, para que conste en acta, el espectador sabe lo que se avecina: terror facilón sin valor alguno. Desde aquí, la historia pisa el acelerador y se olvida del freno para cocinar un plato con ingredientes que van desde la cámara lenta más estresante a la sangre y la casquería más gratuita amén de un diseño de producción anárquico y sin sentido pero donde destaca, por encima de todo, lo absurdo de todas las situaciones y la sinrazón que inunda cualquier acción, especialmente todo lo que acontece desde la secuencia de canibalismo donde esos clones de Mad Max, que no son otra cosa que fanáticos de Ska-P tras un concierto, demuestran lo malos que son y lo cabreados que están con Inglaterra por haberles tratado mal, y lo sádicos y peligrosos que son.
Y es que eso es lo peor, que pretende transmitir un mensaje crítico y un transfondo humanista y estudioso acerca del primitivismo del hombre. Los postulados de Marshall afirman que, en situaciones como las que plantea la película, más o menos, el apocalipsis, el ser humano saca su lado más animal y vuelve a sus orígenes, el canibalismo, donde únicamente se guían por sus instintos, y, si no, el personaje de Kane, al que se le pone como un ser magno y sabio que, con dos cojones, y ni corto ni perezoso, lleva a la gente a vivir a un castillo de modo medieval, lo que depara algún que otro plano homenajeador a El Señor de los Anillos. ¿Tiene todo sentido alguno? ¿Es capaz el director de dotar de una coherencia mínima a la cinta? No, respuesta sencilla y directa. Nada hay en toda la película que justifique estos comportamientos, más allá de la justificación irrisoria que da el personaje de Mcdowell a sus huéspedes, a los que, tras aleccionar de las maldades de Inglaterra y del terror que han vivido en Escocia con la brutalidad, los trata como animales, resaltando la idea sobre la que ronda el film: qué malo es el hombre. Pero lo peor no es eso, si no que pretende hacer una especie de recorrido temporal sobre la historia del propio hombre, recurso bastante alucinante, y decir que éramos malos en la edad media, con su iglesia y su teocentrismo, qué malo es el hombre en el presente, con sus políticos corruptos, y qué malo será el hombre en el futuro postapocalíptico, pues la historia de la humanidad es cíclica y nos volveremos a comportar como animales, alejados de cualquier tecnología moderna, a pesar de que los punkarras escuchan a los Fine young cannibals (qué sutil y qué irónico eres, Marshall) y nos comeremos unos a otros. O quizás lo que el director pretendía con todo esto es hacer una crítica a los primitivos escoceses, que visto lo ridículo que es todo en la película, y como el ser humano es tan malo y malpensado, podría ser.
Y es que eso es lo peor, que pretende transmitir un mensaje crítico y un transfondo humanista y estudioso acerca del primitivismo del hombre. Los postulados de Marshall afirman que, en situaciones como las que plantea la película, más o menos, el apocalipsis, el ser humano saca su lado más animal y vuelve a sus orígenes, el canibalismo, donde únicamente se guían por sus instintos, y, si no, el personaje de Kane, al que se le pone como un ser magno y sabio que, con dos cojones, y ni corto ni perezoso, lleva a la gente a vivir a un castillo de modo medieval, lo que depara algún que otro plano homenajeador a El Señor de los Anillos. ¿Tiene todo sentido alguno? ¿Es capaz el director de dotar de una coherencia mínima a la cinta? No, respuesta sencilla y directa. Nada hay en toda la película que justifique estos comportamientos, más allá de la justificación irrisoria que da el personaje de Mcdowell a sus huéspedes, a los que, tras aleccionar de las maldades de Inglaterra y del terror que han vivido en Escocia con la brutalidad, los trata como animales, resaltando la idea sobre la que ronda el film: qué malo es el hombre. Pero lo peor no es eso, si no que pretende hacer una especie de recorrido temporal sobre la historia del propio hombre, recurso bastante alucinante, y decir que éramos malos en la edad media, con su iglesia y su teocentrismo, qué malo es el hombre en el presente, con sus políticos corruptos, y qué malo será el hombre en el futuro postapocalíptico, pues la historia de la humanidad es cíclica y nos volveremos a comportar como animales, alejados de cualquier tecnología moderna, a pesar de que los punkarras escuchan a los Fine young cannibals (qué sutil y qué irónico eres, Marshall) y nos comeremos unos a otros. O quizás lo que el director pretendía con todo esto es hacer una crítica a los primitivos escoceses, que visto lo ridículo que es todo en la película, y como el ser humano es tan malo y malpensado, podría ser.