En Asia saben como hacer buen cine de acción, y en Hong Kong en particular llevan años dando lecciones sobre ello. En esta ocasión no podemos decir que estemos ante una de sus obras cumbre ya que recurre a tópicos manoseados en demasiadas producciones occidentales, en lugar de intentar crear algo distinto basado en una idiosincrasia propia. Un artificiero de la policía es objeto de las iras de un mafioso/terrorista por haberse infiltrado en su banda años atrás. Tomará un túnel plagado de rehenes para cobrar un enorme rescate mientras consuma su venganza.

El problema que tiene esta cinta es que, hasta llegar al tramo final es demasiado irregular, con altibajos que te hacen desear darle al botón de adelantar. En concreto, la subtrama de la chica es un lastre, la película decae cada vez que se le da presencia en pantalla. Debieron aprender de The Raid que una vez se inicia la acción lo mejor es no levantar el pie del acelerador. Me gustaron, por contra, los momentos en que el artificiero aplica sus técnicas para desactivar explosivos, más detallados de lo habitual.

El tramo final que mencionaba es un digno colofón y recupera parte de lo perdido en los intervalos menos afortunados, con un buen momento dramático final, potente y emotivo. No obstante, no es un producto que vaya a dejar una gran huella en la retina ya que como intento de cine de acción con cierta carga emocional no termina de funcionar en toda su extensión. La trama del túnel tarda demasiado en arrancar y sufre de bajones de ritmo que una cinta como esta no se puede permitir. Aprueba pero no va mucho más allá.