Drama psicológico que recurre a la excusa de la casa embrujada para contarnos un relato de amargura y derrota. Un padre y su hijo se trasladan a un viejo caserón recién adquirido para reacondicionarlo y venderlo después. Allí se enterarán de una leyenda acerca de la casa, la cual empezarán a percibir en sus propias carnes.

Ínfimo presupuesto y parcas localizaciones para una historia que se podía haber resuelto en un cortometraje. Se juega al despiste con algunas escenas que intentan erizarnos el vello pero se pasa pronto, en cuanto apreciamos que la historia del padre es el centro del relato, y la bruja solo es un macguffin.

Fracasar en la vida y ser un mediocre a los ojos de tu familia puede dar más miedo que un ejército de fantasmas. Lo dice el propio protagonista: a veces es mejor no estar y que te añoren que estar y que te odien. Son 77 minutos lo que les va a quitar esta curiosidad, porque no pasa de curiosidad.