Drama sobre la pérdida con el trasfondo de las peleas callejeras ilegales. Jack es un ex luchador en horas bajísimas, que intenta saldar una última deuda para salvar su casa familiar. Para hacerlo tendrá que acometer una última pelea a vida o muerte.

Ambientada en los años 90 del siglo XX, no esperen ver una sucesión de peleas hasta el colofón final. No va de esto, es casi un melodrama en el que, a través de numerosos flashbacks, conocemos los traumas acumulados en la mente de Jack, y como su madre adoptiva consiguió darle lo que el mundo le había negado. No se entiende, pues, que luego su vida haya seguido un camino tan sórdido, en fin.

Porque si hay un adjetivo que pueda emplearse en esta película es ese, sórdido. Escenarios sórdidos, personajes sórdidos, trasiego vital sórdido el de Jack. Muy esforzada la interpretación de Aaron Eckhart de alguien absolutamente roto y fuera del mundo. Por desgracia, son muchos los minutos en los que no ocurre nada relevante, sobre todo en sus dos primeros actos. Se mete con calzador una subtrama familiar que no pega ni con cola, hay personajes que parecen tener su relevancia y luego desaparecen y, como decía, solo hay una pelea al final de la película. No compensa.