Con Shyamalan uno siempre va con el chuchillo por delante, temeroso de lo que te quiera colar. Con Old, parece haber encontrado un punto de equilibrio en el que la faceta ridícula de su cine no tiene tanto peso, aunque no deja de estar presente. En un resort de lujo un puñado de inquilinos del hotel son invitados a una playa privada exclusiva. Pronto se darán cuenta de que allí ocurre un fenómeno extraño que les hace envejecer a toda velocidad.

Lo primero que llama la atención en el variopinto grupo de personajes, a cual menos carismático. Prácticamente no hay ninguno por el que podamos sentir cierta empatía, ninguno está lo suficientemente trabajado. Qué raro es que en las películas los niños no resulten siempre repelentes, y eso que M. Night ya tiene experiencia en rodar con ellos. En fin, que cuando se va descubriendo la tostada empezamos a ver reacciones y comportamentos que, al menos yo, no encuentro naturales. Será que tengo poco mundo y podamos explicarlo en un plantel tan multicultural. No encuentro tampoco grandes reflexiones sobre el paso del tiempo ni nada que resulte especialmente trascendente, solo una historia de corte fantástico que me recordó mucho a la serie Perdidos.

El envejecimiento de los dos principales personajes está muy poco conseguido. Parece mentira, siendo como es el tema central, que lo hayan descuidado tanto. La escena de la rubia convirtiéndose en una especie de Gollum es de esos ridículos a los que el director nos tiene acostumbrados, un absurdo intento de introducir una escena terrorífica absolutamente impostada. Y el final, pues bastante decepcionante, por poco arriesgado y por sobreexplicativo, propio de telefilm de domingo. Vista y olvidada.