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Voto de Felipe Critic:
5
Thriller. Drama Basada en el atentado de la Maratón de Boston, cuenta la historia del agente Tommy Saunders (Mark Wahlberg), que investiga los acontecimientos tras el acto terrorista, ofreciendo una exhaustiva narración de la persecución que se llevó a cabo por toda la ciudad para dar caza a los causantes del atentado. (FILMAFFINITY)
8 de enero de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Boston ha sabido recomponerse de un par de zambombazos que desplomaron a una comunidad asentada, a unos civiles probos y en términos genéricos, la tranquilidad de la población estadunidense en su plena extensión. El ataque terrorista, perpetuado por un kirguistáno y un soviético con dos artefactos explosivos de fabricación artesanal, que sacudió la añal y tradicional Maratón de Boston, aconteció el 15 de abril de 2013 cerca de la línea de llegada. ¿Y qué señuelo más consuetudinario y apiñado por el fervoroso sentido patriótico que una competición atlética americana para congregar ponderadamente a un inconmensurable aluvión de lívidos rostros alrededor de dos explosiones animadas por la animadversión-detonaciones? Pues acerca de este episodio que dejo cicatrices en la piel del pueblo bostoniano se emplaza el relato de Berg y Wahlberg, sin embargo, y paradójicamente, el actor líder para la historia es el único personaje apócrifo (inspirado en varios oficiales que participaron en los rescates) dentro de todo ese mar de realidades. Tommy Saunders es un dipsómano sargento, quien para volver a estar activo en la asignación de casos de verdadero calibre, debe ser el responsable de patrocinar el evento atlético más importante para su pueblo, con no solo un hinojo magullado, también su ego.

Pese a la menguada pericia, el director comprende de antemano qué es lo que quiere y qué utensilios son imprescindibles para llevar a cabo su cometido: rendir homenaje más que a las víctimas, a los linces caballeros con una sesera impresionante, la cual les contribuyo a no perder los estribos en medio de semejante vorágine de vesania. Apreciable es mediante el enfoque consagrado a los personajes de complemento, advirtiendo un heteróclito y pedestre tiento con respecto a las exposiciones y correspondientes efemérides de aquellos damnificados por el verificado atentado terrorista, afectados tales como una zagal pareja de enamorados, un padre y su hijo pequeño o la propia regenta del protagonista, personajes con una introducción y conclusión tan constreñida como insatisfactoria. En la otra cara de la moneda se encuentran los salvadores, los protagonistas de la odisea, capitaneados por Wahlberg, interprete que ha tejido una consistente camarería laboral con Berg por mor de los servicios prestados y que alcanza su mejor ejecutada actuación de la tripleta fílmica, considerando el sobreactuado aleccionamiento antiterrorista impropiamente maniqueo y ramplón que manifiesta el aberrante apaño de los guionistas por incorporar un requerido mensaje esperanzador y educativo (la manida sentencia: “El amor vence al odio”), un actor que continua su periplo interpretativo con rumbo a la Ítaca, la cual simboliza la agudeza que solo la experiencia puede conferir: la aprehensión de que menos, en ocasiones, es más. Junto a él están fidedignos titanes de la materia que van desde J. K. Simmons hasta Kevin Bacon, desde Michelle Monaghan hasta John Goodman, unos personificando a investigadores, otros en papeles de intervinientes, guardando como factor común la necesidad de rendir tributo a los verdaderos héroes terrenales.

El guión, plagado de posibilidades, solamente consigue relucir un par de ellas, dejando en el aire el potencial de otras que, con un pulido diferente, hubieran hecho de las delicias de los más quisquillosos. Influenciado por el libro “Boston Strong” de Casey Sherman y Dave Wedge, se compone de un mosaico de ideas provenientes de tres escritores, teselas ideológicas que, en la mayoría de las veces, no concluyen en algo realmente óptimo. Lastimosamente, esta hace parte de “la mayoría de las veces”. El filme expele máximas que terminan cayendo en la cursilería debido a que no tienen un sentido directivo, no se prestan como engranajes entre el desarrollo de los hechos y el efecto. Empero, a grandes rasgos, el argumento está bien trazado, sirviéndose con autoconciencia de subtítulos- en ocasiones de manera abusiva- para transfigurar esta película de corte bajo en una especie de documental cinematográfico de primera línea.

En cuanto a la recreación de los acaecimientos, la cual era una de las disposiciones más atractivas y magnéticas para la audiencia, decentemente erigen la hecatombe y la agonía presenciada unos años atrás. Apostando por balaceras y cazas ejecutadas con cámara en mano, estas resultan en una desprolijidad que se torna decepcionante, la fluctuación del camarógrafo puede ser palpable en algunas tomas, alivianando la exigua belleza en medio de tanta monstruosidad humana. Sin embargo, hay escenas fantásticas como el momento posterior a la explosión desde un ángulo cenital en donde la humareda emanada de la bomba casera permite entrever a las victimas desplomadas o arrodilladas en la aspereza del asfalto, una endecha hermosa y luctuosa al mismo tiempo, no obstante tristemente, panoramas como estos están contados con los dedos de una mano.

Peter Berg cumple, a secas, su incumbencia: homenajear, meramente eso. No se convertirá en una clásico apremiante sobre debacles norteamericanas, ni tampoco acerca de la batalla de un hombre por salvar a su gente, y quizás, tampoco tendrá cabida en la avalancha de premios venideros, empero, lo que importa aquí es la meta del propio director: honrar a quienes legítimamente estuvieron en las garras del humo, del fuego, de la turbación. Agente del FBI, espectador, corredor, yanqui, latinoamericano, occidental, de raza amarilla, chaveo, infante, anciano, menesteroso, acaudalado, desmañado, intelectual: humano, todo se condensa en eso, todos somos humanos y tenemos que respaldarnos en tiempos de cólera, para así conservar nuestra especie. En el fondo, ese es el mensaje moral del largo, y aunque este aura no logro englobar el hecho en su totalidad, por lo menos consiguió comunicar lo que generó la tragedia, la cual, por infortunio de los atacantes, tuvo secuelas contraproducentes ya que las bombas no nos dividieron, estas nos unificaron.
Felipe Critic
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