Walter Hill fue en los 70s una de las promesas del cine norteamericano, pero nunca rodó una gran obra. Eso sí, ha firmado películas muy estimables. Driver es un buen ejemplo: un thriller estilizado y sobrio, muy influido por el cine de Jean Pierre Melville. El driver del título es un hombre misterioso (ni siquiera tiene nombre, como el resto de personajes) que ejerce eficientemente de conductor en atracos. Un policía que le persigue desde tiempo atrás le tiende una trampa, por lo que las cosas se le complican, y solo cuenta con la ayuda de una mujer (Isabelle Adjani), tan enigmática como él. Estupendamente rodada y editada, está dignamente interpretada por Ryan O'Neil, aunque ese papel tenía el nombre de Steve McQueen.