Neil Jordan filma una película sobre la soledad, eligiendo acertadamente como metáfora de esta a una viuda. Dicha mujer, encarnada por la ya mítica Isabelle Huppert, es una dama neoyorquina que entra en contacto con una camarera de mucha menos edad, a la que no tarda en ver como a una hija, intensificándose ese sentimiento hasta empezar a preocupar a la joven. Un guion juguetón, con giros y sorpresas (aunque en el último tercio es ya un tanto inverosímil), es la base para esta entretenida película, muy bien realizada e interpretada además (la chica es la pujante Chlöe Grace Moretz). Es posible que su evocación del psychothriller de los 90s provoque la sensación de película excedente; sería una lástima, porque sus apuntes sobre las consecuencias de la soledad y la alienación son muy válidos.