Los Lucchese, una familia de criminales de Nueva Jersey es acusada de conspiración. Entre ellos está Jack Dinorscio. Este juicio, que está basado en hechos reales, se convirtió en el más largo jamás realizado a una familia mafiosa en Estados Unidos.
Correcto drama judicial, donde un experto director como es Sidney Lumet es capaz de sacar a Vin Diesel de esos papeles fáciles y de consumo rápido como suelen ser los de películas de acción. Convirtiendo al actor en la estrella indiscutible en la pantalla. Aunque todo gira en torno al juicio, la batalla que debe librar Jack se amplía no solo a este, sino a la relación que mantiene con sus compañeros de desventuras. La cual no era la mejor posible y está degradada por la decisión de ser él mismo quien se represente. Esta cinta encaja perfectamente en el estilo y la forma de anteriores trabajos de su director.
El guión contiene diálogos directamente sacados del litigio, mantiene un ritmo lento, adecuada para un drama judicial donde lo que importa es ir construyendo tensión, crear incertidumbre para el desenlace final que es realmente lo que interesa. La extensión tan grande del proceso en que se basa, impida que la historia se explique mejor. No olvidemos que están juzgando a estos señores por más de setenta cargos y apenas sí escuchamos unos pocos testimonios, que por muy bien elegidos, dejan grandes huecos. Eso crea una sensación de confusión, pues hay veces que la historia da saltos de más de cien días de los cuales no sabemos nada.
El papel protagonista de Vin Diesel es sin duda el más fascinante de todos. Le veremos manteniendo una actitud desafiante y soltando en el juicio lo primero que le pase por la cabeza. Algo que normalmente resulta gracioso, pero que pone en dificultades a su personaje. La espontaneidad le da un toque familiar, que pasados más de seiscientos días de juicio es lógico que lo hicieran irremediablemente simpático. Es muy difícil no dejar escapar una sonrisa con las insinuaciones que suelta cada vez que tiene su turno para interrogar a los testigos. Y por lo menos sorprende el rango de emociones que se consigue sacar de un actor poco aficionado a los dramas sin acción, aquí lo que importa es ser convincente y meterse en el papel. Metas conseguidas totalmente.