Haz click aquí para copiar la URL
España España · Gijón
Voto de Kiwo:
10
Comedia. Drama Amelie no es una chica como las demás. Ha visto a su pez de colores deslizarse hacia las alcantarillas municipales, a su madre morir en la plaza de Nôtre-Dame y a su padre dedicar todo su afecto a un gnomo de jardín. De repente, a los veintidós años, descubre su objetivo en la vida: arreglar la vida de los demás. A partir de entonces, inventa toda clase de estrategias para intervenir en los asuntos de los demás: su portera, que se pasa ... [+]
21 de noviembre de 2009
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy he tenido un día de mierda. Y todo por ser un inseguro, por mi timidez. Por no saber decir que no, algo que a la gente le cuesta tan poco. Pues a mi no, y me dejo arrastrar a hacer cosas que no quiero. Tienes un puto problema, y en vez de enfrentarte a él, empiezas a dar rodeos, pasas, lo dejas, y aquel insignificante escollo ha crecido cual bola de nieve hasta ser ya más grande que tú. Y si no te enfrentaste a aquel primer problema, ¿Cómo demonios te vas a enfrentar a este? Y claro, llega un punto en el que te engulle. Acaba todo mal, te dicen que porque pollas no hiciste lo que tenías que hacer cuando lo tenías que hacer y acabas hasta los mismísimos de tu timidez, de no saber decir que no, y de ser un buenazo de mierda que no sabe mirar por sí mismo. Y cuando me pasa esto y todo se me viene encima, me acuerdo de Amelie, de su sonrisa de pilla, de esa criatura angelical a la que Autrey Tautou dio vida como si el personaje formara parte de ella misma. Y entonces se que ella me entendería, comprendería, como le pasa a ella, lo fácil que resulta hacer feliz a la gente, y lo difícil que resulta hacerte feliz a ti mismo. Pienso en Georgette y en Joseph, en como Amelie, como si de magia se tratara, entreteje sus vidas como si nada, pienso en aquel viejecito ciego que se queda extasiado al conseguir “ver” tanta magia, como ese maldito gnomo logra que su padre se vaya de la casa, de aquel entrañable frutero explotadoy de Nino, claro. Suerte de nuestro querido hombre de cristal, quizás Amelie, sería otra cosa sin su ayuda. Y al pensar en todo eso, pues me sonrío para mi, miro alrededor, y entonces se que todo se arreglará, ¿acaso no tengo yo derecho a un final feliz?

Mi madre me lo dice a menudo: “Hijo, en esta vida no ser puede ser bueno. No puedes dejar que te pisen, y si ves que lo planean hacer, tendrás que hacerlo tu primero”. Y tiene razón. ¿O quizás no? (ahora empieza a sonar de fondo la musiquita de Amelie): tiiiiin, tinooonaniiiiiiii, triarioooooorariiiiiiiiiii, triarooooooorariiiiiiiiiiiiiii …)
Kiwo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow