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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Thriller. Drama Luciana (Ana Asensio) es una española sin papeles en Nueva York, cuya precaria situación económica la lleva a aceptar un trabajo bien remunerado y aparentemente sencillo. Sin embargo, pronto descubrirá el lado más cruel de la ciudad de sus sueños. (FILMAFFINITY)
21 de febrero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Nada es para siempre” (1999-2000) no pasó a la historia ni por la calidad de sus tramas ni por la proyección ulterior de su joven reparto. Ejemplo palmario de esto último es Dani Diges: decimoquinto puesto en Eurovisión 2010. Pues bien, quien interpretara a la novia de su personaje en aquella inane telenovela —hablo de memoria, posiblemente la confunda—, debuta en la realización casi veinte años más tarde, escribiendo, dirigiendo y protagonizando una cinta tan modesta como sorprendente.
Con mimbres sencillísimos —en su día debo de haber asistido a botellones más caros—, Ana Asensio dispara un torpedo a la línea de flotación del adocenado subgénero, de la plañidera industria audiovisual española e incluso de la aberrante sociedad neoliberal surgida de las cenizas de la Gran Recesión, restos de un naufragio que hemos acabado pagando los de siempre.
Las texturas documentales de los dos primeros tercios de la película remiten a un realismo social pasado por el tamiz del “indie” y el “Dogma” de los noventa. En su último tercio, “Most Beautiful Island” entronca directamente con el “thriller” y la “exploitation” del Kubrick de “Eyes Wide Shut” (ídem, 1999), aunque despojados del decadente barroquismo visual de ésta —insisto en que el presupuesto no da ni para un par de máscaras de carnaval—. Atraviesa ambos tramos una electricidad malsana, un “crescendo” tan sutil y estremecedor que, al acabar, nos descubrimos con las uñas hincadas hasta el omoplato en el reposabrazos.
Catalogada como película de terror, lo que da auténtico miedo es su descarnada reflexión en torno a las degradantes consecuencias de la precariedad, con gente de cuarenta tacos y sobradamente formada compartiendo piso y apenas llegando a fin de mes, malviviendo de empleos por horas y en negro que antaño hacía uno cuando estudiante, para pagarse las copas y el Interrail. En tales circunstancias, resulta comprensible que la prostitución deje de antojarse un tabú y se torne, en cambio, una opción con abundantes posibilidades.
En fin, menos mal que tenemos a un puñado de cabezas pensantes —Daniel Lacalle y otros parásitos catódicos— para explicarte que si estás así es porque quieres. Entonces todo cobra sentido. También tus irrefrenables deseos de salir a reventar cajeros automáticos e incendiar contenedores.
Carorpar
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