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España España · Madrid
Voto de Feisal:
9
Thriller. Intriga. Drama. Ciencia ficción En Londres, a finales del siglo XIX, cuando los magos eran los ídolos más aclamados, dos jóvenes ilusionistas se proponen alcanzar la fama. El sofisticado Robert Angier (Hugh Jackman) es un consumado artista, mientras que el tosco y purista Alfred Borden (Christian Bale) es un genio creativo, pero carece de la habilidad necesaria para ejecutar en público sus mágicas ideas. Al principio son compañeros y amigos que se admiran mutuamente. ... [+]
10 de noviembre de 2008
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Christopher Nolan se está convirtiendo por méritos propios en uno de los mejores cineastas de la actualidad. A una capacidad increíble para adaptar historias intrigantes y oscuras, con argumentos laberínticos y complejos, se le suma su indudable talento para lograr una puesta en escena que una y que compacte todas los hilos argumentales que nos cuenta. Ya lo vimos en "Memento", película rara, extraña, que juega con el espectador que se atreva a participar en el juego, y que deja sensación de desconcierto, de no saber muy bien si lo que ve es verdad o no. Lo clavó en "Insomnio", devolvió la dignidad al personaje de Batman con su estupenda "Batman Begins", y más tarde lo elevó a los altares del cine, hasta donde nunca había llegado, con "El caballero oscuro". La película que nos ocupa tiene más rasgos "mementianos" que ninguna otra. Es una película-matrioska, una película que al igual que las muñecas rusas, contiene varios argumentos, varias lecturas, que van apareciendo una dentro de otra, y ésta dentro de otra, etc. La película, narrativamente, es un puro truco de ilusionismo, un juego de cartas, un número de magia. Aunque en su esencia contiene una de las historias de rivalidades malsanas más apasionantes que un servidor haya visto jamás (ayudado por unas perfectas interpretaciones de Hugh Jackman y Christian Bale), esa historia permite a Nolan saltar continuamente de un hilo a otro, como un trapecista. Desde la historia contada por Jackman hasta la historia contada por Bale, hasta la historia contada por Cutter, el personaje de Michael Caine... desde el pasado al presente para volver al pasado... todos estos "saltos", que a otro cineasta se le habrían ido de las manos, mantienen un ritmo ascendente hasta que al final todas las historias acaban convirtiéndose en una sola, y todos los hilos, en uno solo: la matrioska final, la que ya no se abre. Sí es verdad que el truco final acaba siendo un pelín efectista y fantasioso, pero qué rayos. El verdadero misterio y truco de magia es cómo Nolan nos deja boquiabiertos por la forma de contarnos esa lucha obsesiva (física y psicológica) entre los dos magos, que destruyen todo lo que tienen a su alrededor (amores, amistades), incluídos ellos mismos, por superarse en todo. Al final, acaba venciendo uno, pero a un precio muy alto. Por otro lado, perfecta fotografía tenebrista de Wally Pfister, habitual de Nolan, que sumerge a toda la película en un permanente tono semi-siniestro muy apropiado. Magnífico Michael Caine, ajustando cuentas al final, espléndida una descubierta Rebecca Hall (luego vendría Woody Allen), testimonial el papelito de Scarlett y atención a las apariciones de un Andy Serkis post-Señor de los Anillos, y un David Bowie curioso e irreconocible.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Feisal
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