Antes (pero en mi caso particular, después) del mejor capítulo de la serie Screm, la directora Leigh Janiak se embarca en una película totalmente de la Mumblecore. Dicho esto, está claro que las referencias para esta película vienen de la mano de las de Ti West o Joe Swamberg. Una buena puesta en escena. con una buena atmósfera y dos actores más que válido para un ejercicio de total improvisación.

Ahora bien, dicho esto, es cierto que cumple con los parámetros del género. Tanto Harry Treadaway como Rose Leslie, ambos con papeles importantes en series importantes actuales como Game Of Thrones o Penny Dreadful, están totalmente en su salsa y libres para improvisar gritos, acusaciones, cariño y emociones desbordadas. El esquema de película de terror escondida en un envoltorio de drama indie se cumple a rajatabla, con una transición que se resiste completamente, y que en realidad nunca abandona al primero del todo, y tampoco termina de abrazar al segundo.

Pero, y a más que me pese, la película falla estrepitosamente. Cuando de verdad tiene que crear un drama entre ellos nunca nos muestra a un Paul consciente de la situación, más fuera de la película que incluso nosotros. El tedio se masca en el penoso intento por alargar un suspense que viaja en círculos durante media hora, precisamente por el miedo de lanzarse a la piscina y terminar convirtiéndose en una película de terror en sí misma. Recuerda alarmantemente a The House of the Devil en procedimiento, aunque sin el amor por las fuentes de las que bebe y más siguiendo la línea del movimiento-estilo que calca. Precisamente estas reticencias son las que terminan convirtiendo el último acto en algo barato, sin gracia y demasiado visto.

En definitiva, un debut de su directora intencionado a los extremos para abrazar un género popular pero con temor a atreverse a aterrorizarnos en pro de no salirse del marco de comfort que el propio estilo le proporciona.