La película recoge una intervención quirúrgica cargada de humor macabro cuyo impacto en el público coetáneo debió resultar enorme.
A Guy cuenta la historia con su naturalidad habitual y en poco más de dos minutos convence al espectador deque todo lo que sucede en la pantalla puede suceder en la vida real.
La ambientación resulta algo rudimentaria pero el ritmo trepidante apenas deja lugar para apreciar detalles que interfieran con la narración.
La fuerza del poderoso argumento se impone por encima de todo.