¿Por qué le he puesto un 3? Por el concepto, por la idea. Pero tener una buena idea no te convierte en un visionario ni mucho menos, y Shane Carruth ( a partir de ahora el director, por no llamarle juan palomo ) tampoco lo es. Es un director que se ha propuesto que su película no la entienda nadie. Es un director que dice a gritos que no se llama David Lynch, pero le gustaría serlo.
En el cine hay ciertas convenciones, ciertas reglas, que como diría Morfeo, algunas se pueden ajustar y otras se pueden infringir, pero lo que no se puede hacer es intentar hackear al público. Porque entonces pierde el sentido y la razón de ser. Puedes llevar al espectador al límite, presentarle personajes imposibles, plantearle cuestiones que permanezcan sin respuesta por muchos años que pasen. Pero lo que no puedes hacer es insultar su inteligencia, porque esta película no se entenderá por muchos revisionados que se le hagan. Ni al segundo ni al cuarto ni al quincuagésimo. Sencillamente es incomprensible, y si esa era la intención, no te la compro director, no te la compro. Te compro la idea, el concepto. No hay muchas películas en las que se trate el tema de la dilatación temporal. Pero el resto... es innecesario. Quizá si hubieras elegido el formato de cortometraje, podría haber funcionado mejor, pero hay tantas cosas que me sobran en este ejercicio presuntuoso, que al final hasta esa interesante premisa se diluye. Se diluye entre camisas y corbatas, entre tonos sepia, entre tus alaridos de director negando que existan cosas tales como el sentido común o la complicidad. Porque, si me contaras algo, estimado director, si consiguieras establecer una complicidad o un vínculo entre el espectador y tú, otro gallo cantaría. Y ya si lo hicieras en tu primera cinta, ni te cuento. Pero no, lo siento, pero no lo consigues. Sigue gritando, a ver si a la próxima hay suerte.