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Voto de Revista Contraste:
5
Romance. Drama Una joven viuda con tres hijos contrata a un hombre para arreglar su casa después de una terrible tormenta. A medida que el hombre se acerca a la familia, comparte su filosofía de creer en el poder del pensamiento para conseguir lo que queremos, pero la viuda pronto se da cuenta de que tiene una conexión secreta con su pasado.
23 de octubre de 2020
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rhonda Byrne es la autora de un conjunto de libros de autoayuda que empezaron con la publicación de El secreto en 2006 y que han sido superventas. Byrne se basa en una suerte de pensamiento mágico optimista para explicar la “Ley de la Atracción”, por la cual lo que deseas lo alcanzas.

Andy Tennant –autor de comedias románticas como Hitch, Como locos… a por el oro, Exposados, Sweet Home Alabama, Anna y el rey, Por siempre jamás– lidera al equipo de guionistas para dirigir una ejemplificación, en ficción, de dicha corriente pseudocientífica.

Lo cierto es que la película presenta todos los problemas que puede tener un relato que pretende ceñirse a un esquema algo simplificador, y con un contexto también simplificador en el modo de hacer cine. Tanto Tennant, como Bekah Brunstetter (guionista de series como This is us) y Rick Parks (coautor con Tennant de Por siempre jamás) apuestan por la reiteración de mensajes que se destilan de forma plana.

De hecho, tampoco faltan esos flashbacks de corta y pega para visualizar el trauma del pasado, ni otros lugares comunes que vemos venir (el espectador los ha visitado en incontables ocasiones). Y, aunque uno esté a punto de tirar la toalla, el film logra adornar todo eso (narrativamente) con cierto encanto o equilibrio y su elenco (acreditado y apreciado, en el caso de los más adultos) permite que la cuerda floja se tense pero no se rompa.

No obstante, no hay que engañarse: El secreto apuesta con el humo. El optimismo existencial necesita cierta solidez en la que aguantarse, de la que partir para sacar esas conclusiones luminosas. Aquí, nos impelen a ir a tientas, sin poder asir nada más que un vago deseo de felicidad, donde se mezclan tanto el ansia de lo más esencial (amar y ser amado) como disfrutar de un más que holgado bienestar material.

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Revista Contraste
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