"El clan del hierro" sumerge al espectador en el mundo de la lucha libre de la mano de una de las familias que se labró un nombre en esta disciplina a principios de los 80: los hermanos Von Erich. A través de combates cruciales en sus trayectorias y de episodios determinantes en sus vidas, que se van alternando cronológicamente, se narra una trágica historia de hermandad y violencia, no solo dentro del ring sino también fuera de él.

La película es ante todo un drama familiar sobre la ausencia de unos padres aparentemente presentes y su desvinculación emocional respecto de sus hijos. La lucha libre se convierte en el único elemento de unión entre la familia, impuesto por la figura paterna y sus aspiraciones egoístas por hacer que sus niños logren lo que él no pudo.

En el hogar de los Von Erich, se impone una jerarquía y una frialdad que, mientras hace que unos busquen cumplir los sueños del progenitor para ganarse su amor, no deja espacio para las aspiraciones individuales y las sensibilidades de personas como Mike, el pequeño que quiere hacerse un hueco en la música. Esta hostilidad en el ambiente se suma a varias escenas emotivas y duras de presenciar fruto de las continuas tragedias que golpearon a la familia.

El pasado diciembre la Asociación de Críticos Norteamericanos galardonó a "El clan del hierro" con el premio al mejor reparto; un merecido reconocimiento, pues son las interpretaciones, tanto de los padres como de los cuatro hermanos, las que hacen brillar al conjunto sin convertirlo en un melodrama de lágrima fácil. La química entre "Zac Efron", "Jeremy Allen White", "Harris Dickinson" y "Stanley Simons" entrega las mejores escenas del film y eleva el mensaje del amor fraternal como imprescindible para hacer frente a las adversidades.

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