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España España · Barcelona
Voto de reporter:
9
Comedia. Drama En Roma, durante el verano, nobles decadentes, arribistas, políticos, criminales de altos vuelos, periodistas, actores, prelados, artistas e intelectuales tejen una trama de relaciones inconsistentes que se desarrollan en fastuosos palacios y villas. El centro de todas las reuniones es Jep Gambardella (Toni Servillo), un escritor de 65 años que escribió un solo libro y practica el periodismo. Dominado por la indolencia y el hastío, ... [+]
5 de diciembre de 2013
15 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
La década escasa que llevamos recorrida de este siglo XXI ha servido, entre otras cosas, para confirmar la revolución de las telecomunicaciones. Nunca antes habíamos estado tan conectados, tanto entre nosotros como con el exterior. La imagen más clara, en este sentido, es la de una elefantiásica red en la que, por lo visto, cabe toda la información; todo el saber que tenemos que saber, valga la redundancia. El acceso ilimitado a lo que creemos necesario lleva a la sensación de que se han agotado los misterios y que ya no quedan maestros a los que acudir. Está todo visto, todo experimentado y todo inventado. Sin la creencia en nuevos territorios que explorar, se ha perdido el romanticismo, porque a estas alturas, como ya está todo dicho (esto también), ya nada puede sorprender. En Cannes, festival de festivales, mismo escenario por el que han pasado incontables películas que han puesto su granito de arena a la hora de escribir esto que llamamos ''historia del cine'', reina también la -desencantada- prepotencia de esta centuria.

Ha caído en el olvido la probabilidad de encontrar, en cualquier sesión, la que podría ser, ¿por qué no?, la mejor película jamás concebida. Aquella cinta que, de algún modo, marcará tu vida desde el mismo momento de su primer visionado. En la era de las adaptaciones, segundas partes, remakes y spin-offs, parece que, efectivamente, la historia, escrita de la A a la Z, simplemente se está subrayando, incidiéndose en aquellos capítulos que, dependiendo de la ocasión, más convengan. Pero resulta que, incluso en estos tiempos, puede hacerse saltar la banca. Incluso ahora, al final de la proyección, puede sentirse la obligación de aplaudir hasta que sangren las manos... aunque nadie del equipo de la película en cuestión se encuentre en la sala. No es compromiso; es más bien obligación moral y, por supuesto, pura emoción. Adelante. Porque sigue pudiéndose sentir la necesidad de quedarse sentado en la butaca durante todo el desfile de títulos de crédito finales, sólo para comprobar, cuando se vuelven a encender las luces, que los dos pisos del templo en el que te encuentras siguen estando prácticamente llenos... y que todos los presentes se entregan a una nueva ovación. Al fin y al cabo, ¿cuándo se les va a presentar la ocasión de volver a hacer esto? La Historia, ¿recuerdan?

Todo esto no es una fantasía, es la crónica de lo que dio de sí la presentación ante la crítica de 'La gran belleza', película con la que uno, así de claro, se siente parte de la historia. Filme histórico, desde su concepción hasta su magistral ejecución. Colosal proyecto que, malditas las causalidades (?), puede definirse como la secuela perfecta. Al salir de la Debussy (¿por qué diablos no nos la presentaron en el Lumière?), dos títulos estaban en boca del personal. El primero pertenece a Leos Carax: ''Es la 'Holy Motors' de este año.'' La afirmación obedece al efecto réplica de cada terremoto. El impacto que dejó en la edición anterior de Cannes el ''film de las limusinas'' todavía estaba presente, con lo que es de comprender el que todos aquellos que lo sufrieron (en el sentido positivo y en el negativo) vieran la sombra del enfant terrible francés en cada propuesta que tuviese, entre sus principales encantos, el de un sentido estético avasallador, usado para que el cerebro del autor no respondiera ante atadura alguna y pudiera sorprender así a la audiencia cuando se lo propusiese (esto es, siempre). Las virguerías (de todo tipo) encadenadas con una gracia que pone los pelos de punta, y, para entendernos, el sello autoral, confirmado, se desata gracias al dominio más apabullante de la técnica.

El segundo título más comentado, tanto después de aquella -mágica- proyección, como al día siguiente en la rueda de prensa: 'La dolce vita'. Ni más ni menos. Y sin miedo, que en parte de esto trata todo. La secuencia cronológica primero nos descubre, en el año 1960, a Marcello Rubini, periodista que persigue a la crème de la crème de la sociedad de su país entre las fiestas de la noche romana. En el año 2014, más de medio siglo después, el objetivo está fijado en un ático de la misma urbe, iluminado por el gigantesco cartel publicitario de una famosa bebida. En este escenario tiene lugar una gran celebración. El escritor y periodista Jep Gambardella, que se cobijó por primera vez bajo la sombra del Coliseo hará ya 40 años (y que desde entonces no se ha movido de ahí... literalmente), celebra por todo lo alto -nunca mejor dicho- su 65º aniversario. En efecto, las cifras apuntan descaradamente hacia Fellini; Sorrentino también. Añadan a la ecuación un tercer título inexplicablemente no mencionado aquellos días en el Palais: 'Reality', la proeza llevada a cabo el año pasado por Matteo Garrone.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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