Comienza bien: Debo asumir que me gustan los carteristas, sus habilidades, la manera en que se desenvuelven sin violencia, para birlar tus propiedades personales más valiosas. Pero, en esta película a medida que avanza, la estructura narrativa pasa por altibajos que encallan su ritmo. Estupendos saltos, persecuciones y cabriolas verbeneras por los tejados de París.

Algunos de sus giros en la historia la enriquecen, haciendo que fluya de nuevo, para seguidamente sumirnos en escenas predecibles que lastran el resultado. Con todo, si lo que buscas es divertirte sin complicaciones, la aceptamos.