Nos encontramos ante una película producida por un director llamado Roger Corman, y dirigida en su día por un jovencísimo Francis Coppola (que es como aparece en el reparto).
La película está rodada en un blanco y negro estilo serie B, cuyo color recuerda mucho al de "La noche de los muertos vivientes".
La historia tiene momentos realmente brillantes, pero es cierto que tiene otros que son bastante plastas. Por suerte el director fue puliendo con los años este desajuste, llegando a hacer en un futuro grandes obras maestras.
No obstante, la película resulta interesante narrando una historia de terror. Un terror que se vive en un castillo y con una familia como protagonista que guarda un terrible pasado.
Y aunque la película distrae, hay que reconocer que el problema de que el guión no termine de despegar es porque la historia no está muy bien tratada. Existen ciertos pasajes que no interesan mucho, y hay algunos personajes (como es el caso del doctor) que no se entiende muy bien el comportamiento.
Por otro lado hay que reconocer que las interpretaciones son aceptables, comprobando uno que todos los personajes tienen alguna intención oculta. La cuestión es saber ¿quién es el verdadero culpable de que esa familia viva anclada en el pasado durante tantos años?
En fin, película en cierto modo desconocida pero dirigida por uno de los grandes y que resulta interesante de ver aunque no ha superado del todo bien el paso de los años.