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Voto de ANDRES QUINTERO:
7
Romance. Drama En la época de la Gran Depresión, Jacob, un joven estudiante de veterinaria de orige polaco, decide dejar sus estudios tras la muerte de sus padres en un accidente. Tras vagabundear y subirse a un tren de polizón, Jacob empieza entonces a trabajar en el circo de los hermanos Benzini como veterinario. El joven se enamora de Marlena, una amazona que está casada con August, el dueño del circo, un hombre tan carismático como retorcido... ... [+]
15 de mayo de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui a ver Agua para elefantes con mi hija de trece años. Sobra decir que le fascinó porque la película tiene esa magia imprecisa de los circos andantes, de esos circos que ella no conoció pero cuyo encanto no precisa de conocimientos previos. En Agua para elefantes se dan cita, encerrados en vagones andantes, los personajes arquetípicos del circo: el enano, el león anciano, los trapecistas y, ocultos todos bajos toneladas de maquillaje, los payasos y esas tránsfugas bellezas que afloran y se marchitan bajo el cielo próximo de una desvencijada carpa.

En Agua para elefantes Francis Lawrence su director logra una historia amable que supera, quizá no con holgura pero sí con un innegable encanto, la mera entretención. Pattinson, ídolo de la muchachada por la zaga crepuscular, es ahora un joven veterinario que trabaja como veterinario en el circo de los hermanos Benzini. Es allí donde conoce a Marlena (Reese Witherspoon) de quien - y quien no - se enamora perdidamente. El inconveniente es que ella es la esposa de August (Cristoph Waltz) el director del circo. Un hombre con delirios celotípicos que explota sin compasión a sus colaboradores sean estos hombres o animales.

La trama avanza sin mayores sorpresas y va develando como era de esperarse que el amor lo puede todo, que no hay barrera para aquellos que se quieren y que siempre es posible reemprender el camino si de veras es el nuestro. Todos esos lugares comunes y almibarados se dan cita en Agua para elefantes pero es un encuentro amable en el que la fantasiosa mentira de los circos se entremezcla con la historia un tanto forzada de dos bellos a los que la vida reúne en torno a una elefanta que se convertirá en su pata de conejo.

De la pareja protagonista hay que decir que la conforman dos bellos pero no siempre dos bellos hacen una bella pareja. Pattinson y Witherspoon atraen por separado pero no como pareja.

Mención aparte merece Waltz. Su papel es sobresaliente pero es muy parecido al que hiciera en la inolvidable Bastardos sin gloria de Tarantino. Waltz corre el riesgo propio de aquel que logra una interpretación magistral: encasillarse en ella y ser por siempre, con leves variantes, el mismo que en su momento mereció tan justo reconocimiento. Ojalá veamos pronto a Waltz en un papel completamente distinto que le permita demostrar su versatilidad actoral.

Quizás nos pase con Agua para elefantes lo que nos pasa con los desvencijados circos de pueblo: que nos gustan más por sus flaquezas que por sus deslumbramientos; que los queremos más por su decadencia repleta de reminiscencias que por la belleza siempre etérea de su fugaz belleza.

Uno felizmente nunca vuelve a los trece años, uno solo tiene la opción de estar en los años que tiene pero eso no impide darse, de cuando en vez, un refrescante chapuzón en las aguas despreocupadas de la emoción. Agua para elefantes es una oportunidad recomendable para hacerlo.
ANDRES QUINTERO
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