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Voto de ANDRES QUINTERO:
8
Drama. Intriga. Thriller Jeanne y Simon Marwan son dos gemelos que viven en Canadá cuya madre Nawal, tras pasar sus últimos días sin hablar, acaba de fallecer. En el acto de apertura del testamento, el notario les da dos cartas que deben ser entregadas a un padre al que creían muerto y a un hermano cuya existencia desconocían. Jeanne decide entonces emprender un viaje al Líbano para intentar localizarlos y encontrar respuestas a su existencia, pero Simon no ... [+]
18 de abril de 2011
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobre sus tiempos, sobre sus atmósferas, sobre su verosimilitud. Sobre todo esto es posible escribir si se va a escribir sobre Incendies.

Sobre sus tiempos escribir que lo que hace Incendies es confirmarnos la redondez del tiempo recordándonos que aunque solo seamos presente, la presencia del ahora solo puede expresarse como desembocadura de unos pasados que no son tales sino se les mira, deformándolos siempre, desde este inasible e inevitable presente.

La búsqueda que dos hermanos emprenden de un padre que creían muerto y de un hermano cuya existencia desconocían es el eje central de una película que va y viene en el tiempo y al hacerlo deja en claro que su paso es tan capaz de arrasar como de edificar, de asolar como de sembrar.

El logro narrativo del director Denis Villeneuve es que el uso de los flash back no resulte ni postizo, ni confuso. Que resulte, por el contrario, un modo imperceptible y convincente de decirnos al oído que el tiempo es y será siempre un mecanismo ingenioso cuyos avances solo son perceptibles a través de retrocesos.

Sobre sus atmósferas escribir que duelen, que agobian, que oscurecen el alma. Y ese valioso logro de Incendies tiene el mérito visual de basarse en la captura de unos ambientes desolados y a veces atroces que la cámara trata con un enorme respeto sin retocarlos con los falsetes de la belleza forzada o con los fingimientos de la fealdad artificial. Cuando, como en el caso de Incendies, el propósito central es un acercamiento a nuestras noblezas y, también, a nuestras mezquindades, resulta fundamental que la cámara sea escueta y sobria. Siéndolo es como mejor se remedan, alma de por medio, nuestros ojos.

Sobre su verosimilitud escribir que lo creíble no resulta de la posibilidad estadística de su ocurrencia en esta escasa realidad que nos rodea. Lo cierto y lo valioso de la película es el sentimiento (uso el término sin prevenciones) de que lo vemos está realmente sucediendo como solo suceden las cosas en esa llanura vertical y profundísima que llamamos pantalla. Las buenas películas nos convencen y ni ellas ni nosotros al verlas invertimos esfuerzos en hacerlo. Vamos al cine, aún al más ficto y fantasioso, para vernos, para complementar esa precaria visión que la vida nos ofrece de nosotros mismos. No es, como suele mal decirse, que con el cine huyamos de la realidad. Con el cine, por el contrario, salimos a su encuentro realzándola, hallándole esas notas que la hacen, sino más feliz, al menos sí más auténtica y muchísimo más plena.

Incendies no juega con el tiempo. Va y vuelve en él porque así lo exige la construcción de su historia. Incendies no es una sucesión de cuadros bien logrados. La densidad de su atmósfera es continua y densa porque así lo exigen los destinos cruzados que la conforman. Incendies no es creíble porque esta realidad nuestra admita su historia como factible. Lo es porque en algún plano de la verdad nos consta la ocurrencia real de su historia.
ANDRES QUINTERO
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