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Voto de Erasmo Rejón:
6
Ciencia ficción. Thriller El futuro, en una distopía. Dos personas por nivel. Un número desconocido de niveles. Una plataforma con comida para todos ellos. ¿Eres de los que piensan demasiado cuando están arriba? ¿O de los que no tienen agallas cuando están abajo? Si lo descubres demasiado tarde, no saldrás vivo del hoyo.
15 de diciembre de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
There's a hole in our soul that we feel with dope
...and we're feeling fine

Marilyn Manson


El grande que fuere vicioso será vicioso grande, y el rico no liberal será un avaro mendigo, que al poseedor de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas, y no el gastarlas como quiera, sino el saberlas bien gastar.

Don Quijote de La mancha


Vivir confinado en torno al magnético abismo de la Nada suspende/intensifica la Realidad y provoca un cambio radical en el paradigma vital de quienes caen en El hoyo (2019/2020). Ponerse en situación estando tan desnudo requiere de nuevas interpretaciones (expectativas/prioridades) para los inquilinos del agujero-mundo: el impulso por cubrir las necesidades básicas y la resistencia psicológica se convierten en el único horizonte oteable. Comer y no sucumbir es la extraña pareja con la que deberán negociar, a no ser que otro se los coma antes a ellos. La manifiesta hostilidad con que es percibida la única compañía de que disponen revela lo esencial que escapa al más perito en sociología: el Hombre no es más que un animal egoísta y rastrero, que arrasa con los ricos manjares que esta nueva Naturaleza le ofrece, y más cuanto más arriba está en este singular ascensor social antipanóptico, que ni Bourdieu ni Foucault pudieron predecir. "Hay tres clases de personas: los de arriba, los de abajo y los que caen". El embrujo de la excelsa mesa ministerial, lo único que tienen, inculpa al género humano por partida doble.

Cada uno de los confinados se aferra al sentido que en tan deplorable circunstancia se ha podido construir artesanalmente con sus recursos de adobe, y lo cimienta en un relato y en una estrategia de supervivencia que amortiguan la caída. Ahora hay que inventar la Realidad a todas horas y, de ser necesario, apuñalar al otro con Ella; es una cuestión de autoconservación. Es todo lo que pueden necesitar y nadie se ha de interponer en su improvisado camino: la lucha cuerpo a cuerpo sin visos de resolución provoca, al más mínimo roce, turbulencias y miedos en la subjetividad de cada cual. Nervios a flor de piel fina, todo parece ser un problema de autocontrol. En este sórdido ambiente de podredumbre en el que la premisa básica de la vida comunitaria es comer o ser comido, la solidaridad espontánea entre los iguales de la cadena que el Poder tensa es inasequible. "Tirarles mierda es mucho más efectivo que la solidaridad espontánea", dice el protagonista una vez que él mismo ha conseguido asumir que su identidad es lo único real, y lo más parecido a un refugio (obvio).

El objeto que el protagonista escoge para llevar consigo en el hoyo dice de un afán humanista insuficiente en este contexto, y en todo caso periclitado. Pero el humanismo es una doctrina cultural terca y necesariamente suicida y sincericida, y esta especie de héroe de interiores en que deviene el personaje principal emprenderá todo un viaje hacia las profundidades y estrecheces del pozo que le angustia, para repartir equitativamente la escasa y titilante Luz disponible. Tratando de sustraerse a la adversa circunstancia y de desechar los fantasmas y subterfugios de la débil conciencia, se desensimismará y se empeñará noblemente en buscar mediante la diplomacia (palabra o palo) un sentido al simulacro que lo envuelve que sea compartido y razonable para todos los confinados, con la esperanza de que si la Estructura no tiene conciencia, sí al menos alguno de sus burócratas individualmente (¡para lo que hemos quedado!).

Racionar el alimento y conservar/consagrar la panna cotta, la más exquisita de las grocerías, puede transmitir el siguiente mensaje a los cocineros de tanta y tan alta ingeniería gastronómica, no por suculenta fácil de digerir: en lo más bajo, en lo más obscuro del pozo, hay nuda vida palpitando en desesperada espera de una salvación que nunca llega. El mensaje, sentido como un don mesiánico sin código que suple la carencia, se va deshaciendo por el camino de sus portadores, de su destinatario y hasta del propio mensaje, ahora significante huero, incógnito e indefinido, que, como las propias perspectivas vitales de los prisioneros y las lógicas de la Realidad, precede al absurdo, al fracaso, al silencio, a la muerte y a un título homologado. Nada te espante que nada se queda, decía santa Teresa, ¡con lo fácil que era quedarse dormitando en el pequeño cubículo de tu nivel en el centro vertical de autogestión en el que el azar te ha aparcado. Como ha dicho Michel Houellebecq, podría ser peor. ¡Podría ser un bloque de apartamentos!!.

Y ¡ay!. Si todo el mundo hubiera comido lo estrictamente necesario.
Erasmo Rejón
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