Interesante propuesta de este cómico francés, que en un “yo me lo guiso, yo me lo como”, escribe un guión casi teatral, interpreta a los dos personajes principales de la comedia, y dirige todo el embrollo como si se tratara de algo tan simple como contarle un cuento a un niño. Y en realidad es un cuento, el cuento de una vida, pero muy bien contado y, sobre todo, buscando el lado amable de los momentos más difíciles. Me ha parecido de una gran originalidad la forma de dejar en ridículo toda la homofobia que se da en la sociedad: empezando por la familia, siguiendo por los educadores, los llamados amigos, y todos los estamentos de una sociedad, sin dejar a ninguno en el olvido. Consigue que el espectador entre en la vida de este personaje, como el resto de la sociedad, riéndose de él. Y nada mejor que las escenas de su viaje a España, y en particular su especial forma de bailar las sevillanas. Es un gran logro que interprete al personaje principal, Guillaume, y a su madre al mismo tiempo, porque así se puede elevar el tono de análisis psicológico y profundizar en el complejo de Edipo. Pero me parece que esta artimaña está pensada para darle en las narices a todos aquellos que analizan una película como si se tratara de alguien sentado en el diván del psicoanalista. Sinceramente, creo que Guillaume el guionista, director y actor, se ríe hasta de su madre y lo que nos propone es que nos riamos con él. Así que a desprenderse de prejuicios y a sentarse para disfrutar un buen rato.