Carlos “Elvis” Gutiérrez (John McInerny) vive en soledad, de día trabaja en una fábrica, de noche es un cantante apasionado y entregado a encarnar a Elvis Presley. El conflicto de su vida es su familia, una relación no muy cercana y fuerte con su hija, con su ex pareja la cosa anda por el mismo lado, cansada de la figura que intenta representar y seguir Carlos.

Carlos es un hombre ya grande, que ciertamente vive obsesionado con la figura de “El Rey del Rock & Roll”, vive para ser él, es fácil denotar esto con el paso de los minutos de este film. Eso sin duda afecta su diario vivir y su convivencia con la demás gente, nótese por ejemplo el desempeño en su trabajo.

Sin embargo, ¿quién es uno para juzgar su juicio? ¿Quién es uno para juzgar tal comportamiento tan obsesivo por parte del personaje principal del film? encarnado de forma agraciada y realmente apasionada por el debutante John McInerny, que en la vida real es un imitador del famoso cantante.

De esta forma se va desarrollando la película, haciendo una exploración de la vida de este individuo, su pensamiento y la forma en como intenta sobresalir cantando, ser alguien diferente aunque es visto como alguien más, por eso el énfasis que se hace de su entorno, en un contexto no muy agradable para él.

El último Elvis es un film sin duda bastante particular, correcto en su desarrollo, con un clímax musical soberbio y una resolución sumamente llamativa, algo esperada pero efectiva, sin duda alguna una correcta película.