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Voto de zelacanto:
3
24 de mayo de 2009
32 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la primera película como director de Charlie Kaufman. Charlie el de la fábrica de guiones raros. Lo recordarán por la infamemente traducida Olvídate de mí, Cómo ser John Malkovich o Adaptation (El ladrón de orquídeas), todas ellas grandes películas.
Por desgracia no es este el caso. Este es un caso horrible que debería figurar en las páginas de sucesos y no en la de cultura.
Actores de la talla, que no estatura, de Seymour-Hoffman o la prolífica Catherine Keener se prestan a esta aberración que pretende describir la realidad mediante una ficción que no es la realidad, que en realidad solo es una casa de muñecas rusas.
Un director de teatro con problemas en su familia e hipocondríacos y una taquillera de robustos pechos llevan de la mano al espectador a un caos que dura más de una hora y media y en el que no se atisba lógica ninguna.
(sigue en spoiler)
Por desgracia no es este el caso. Este es un caso horrible que debería figurar en las páginas de sucesos y no en la de cultura.
Actores de la talla, que no estatura, de Seymour-Hoffman o la prolífica Catherine Keener se prestan a esta aberración que pretende describir la realidad mediante una ficción que no es la realidad, que en realidad solo es una casa de muñecas rusas.
Un director de teatro con problemas en su familia e hipocondríacos y una taquillera de robustos pechos llevan de la mano al espectador a un caos que dura más de una hora y media y en el que no se atisba lógica ninguna.
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spoiler:
Tras ser abandonado por su mujer (artista de cuadros en miniatura) y su hija, nuestro director de teatro se refugia en los pechos de la taquillera, quien en un principio le adora pero que luego no le perdona un gatillazo. La pusilánime figura de Hoffman sirve de maniquí ideal para el personaje del director, al que en un momento dado se le ofrece una nave industrial vacía infinita y un cheque del que no se habla en la película para que ¡hala! ruede lo que le venga en gana. Para llenar su vida, decide darle sentido y ponerla en acción en un infinito ensayo de obra de teatro, con actores que representan a las personas de su vida y actores que acaban reprensentando a los actores. Y así sucesivamente.
La película es un caos absoluto. El principio tiene un pase pero no es más que una excusa para no tirar al espectador de espaldas a las primeras de cambio. El inicio de las pruebas para la 'obra' supone el principio del fin. Nada tiene sentido, es el sinsentido el que dirige esta película, al espectador a desear que se acabe y al propio Kaufman al oscuro pero cómodo segundo lugar de los guionistas.
Realmente se sufre con esta película, pero por ver que no hay quien pilote la nave, que no hay quien haya levantado una mano y le haya dicho al director, "eh, nos estamos pasando mil pueblos". Y ¿por qué nadie le dijo nada? pues porque Kaufman está considerado un geniecillo. Alguien diría, pues como hizo tan buenos guiones, también sabrá dirigir... meeec, error.
También me queda la sensación de que, mirando atrás, no se trata más que del mismo guión otra vez. Es la misma fórmula de siempre, la suya, pasada por la batidora y pasada de rosca. Muchísimo. Es, desde mi punto de vista, lo contrario a la originalidad. Porque se puede ser original con una idea, pero solo una vez. Es como si dijera, "si he hecho triunfar a otros con mis guiones, cogeré yo uno también y triunfaré para mí", y así le salió truño infumable.
Realmente dolorosa.
La película es un caos absoluto. El principio tiene un pase pero no es más que una excusa para no tirar al espectador de espaldas a las primeras de cambio. El inicio de las pruebas para la 'obra' supone el principio del fin. Nada tiene sentido, es el sinsentido el que dirige esta película, al espectador a desear que se acabe y al propio Kaufman al oscuro pero cómodo segundo lugar de los guionistas.
Realmente se sufre con esta película, pero por ver que no hay quien pilote la nave, que no hay quien haya levantado una mano y le haya dicho al director, "eh, nos estamos pasando mil pueblos". Y ¿por qué nadie le dijo nada? pues porque Kaufman está considerado un geniecillo. Alguien diría, pues como hizo tan buenos guiones, también sabrá dirigir... meeec, error.
También me queda la sensación de que, mirando atrás, no se trata más que del mismo guión otra vez. Es la misma fórmula de siempre, la suya, pasada por la batidora y pasada de rosca. Muchísimo. Es, desde mi punto de vista, lo contrario a la originalidad. Porque se puede ser original con una idea, pero solo una vez. Es como si dijera, "si he hecho triunfar a otros con mis guiones, cogeré yo uno también y triunfaré para mí", y así le salió truño infumable.
Realmente dolorosa.