Por el amor de Bergman, nueva estocada en el corazón.
Qué manera de descerrajar el alma, qué intensidad, qué tour de force emocional. Cuando acabó la función, estaba exhausto y agotado, exprimido cual limón en la boca del Fary.
Qué maravilla de duelo interpretativo entre Ingrid Bergman y Liv Ullmann, qué manera de no hacer prisioneros.
Es evidente que esta película fue la piedra de toque de Allen para su trilogía bergmaniana, especialmente para Interiores, como también lo es que el alumno no llegó a superar al maestro en su terreno, básicamente por que el maestro es inalcanzable cuando juega en casa y el modo en que Bergman se mueve como pez en el agua para crear el campo de batalla emocional que es este guión no tiene parangón. Aunque ojo, yo adoro la trilogía de Allen, con Otra Mujer y Septiembre a la cabeza, pero es que lo del sueco no tiene nombre.
Ovación, por favor.