Es difícil encontrar una película tan atrapante e inquietante como la última obra de Michael Haneke. El argumento puede que no sea del todo original, pero se va desarrollando de una manera inédita, manteniendo durante toda la cinta una tensión templada que no decae para nada en ningún momento. Es, pues, un relato angustioso acerca del eterno retorno de un pasado, siempre presente y amenazante, dispuesto a remover conciencias y destrozas vidas que creemos estabilizadas. Un film para reflexionar y para cuestionarnos qué ocurriría si nos sucediara algo semejante a lo del protagonista. Un ejemplo más de que el cine europeo está contagiado de nuevas y buenas ideas que para sí quisieran los estudios de Hollywood.
Lo mejor: La puesta en escena y la dirección
Lo peor: El doblaje
spoiler:
A mí el final no me desagradó. Lo interpreto como un intento de Haneke de mostrar al público que, en el fondo, quien envia o no las cintas no es de importancia en la historia.