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Voto de Laura:
6
6,2
3.871
Aventuras. Drama
Basada en hechos reales, narra el increíble viaje de Robyn Davidson (Mia Wasikowska), una joven que en 1977 recorrió 3000 km a través de los desiertos de Australia, desde el centro del país hasta la costa oeste a través del duro outback australiano, acompañada por sus camellos y su inseparable perro. (FILMAFFINITY)
27 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tracks (John Curran, 2013) es una cinta original, con una premisa poco vista en el cine, ya que se basa en el viaje de una joven a través del desierto australiano, con la única compañía de unos camellos. Los viajes de descubrimiento de jóvenes rebeldes, sí que se han estudiado en el medio cinematográfico (puede uno recordar, por ejemplo, la película Hacia rutas salvajes), pero la presencia de camellos, resulta única y muy significativa para el tratamiento de la soledad y el aislamiento que genera el desierto. Un desierto que aunque amenazador y ajeno a todo signo de civilización, resulta más real y se contrapone, de manera acertada, al simulacro que compone la sociedad occidental, con su continua afición por retratarlo todo y tratar a los lugareños como si de monos de feria se tratasen. Elemento común en nuestros días, eso de retratar todo lo que sucede, y que puede verse como un antecedente crítico de la actual fiebre por el selfie.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Son muchas las escenas en las que los turistas fotografían compulsivamente a Robyn (Mia Wasikowska) con sus camellos o en presencia de los aborígenes.
Pero junto a la soledad y a la hipocresía occidental, aparece con fuerza el concepto de misantropía, ya que Robyn parece una persona profundamente herida que decide alejarse del mundo y sus habitantes, para refugiarse en la vida salvaje, iniciando un viaje que se tornará en iniciático y que poco a poco irá cambiando su forma de ser. En un inicio Robyn se muestra muy arisca y reacia al contacto humano, pero la certeza de su soledad (al perder a su fiel compañera), hará que Robyn retome su concepción de humana y por tanto su necesidad de contacto con otros de su misma condición. Es aquí cuando toma importancia el personaje interpretado por Adam Driver, un fotógrafo amante de su trabajo y con una gran bondad, que ayudará a Robyn a abandonar su condición de personaje borderline, ya que Robyn es una chica al borde del colapso y que vive al margen de la norma. De modo que junto al fotógrafo, Robyn recuperará su camino y completará su viaje de autodescubrimiento con un bonito final en el mar.
Desde luego los inicios en una película, resultan muy importantes, pero en la mayoría de las veces lo que recordamos son los finales y en este caso Curran sabe hacer muy bien su trabajo, filmando un final tremendamente evocador y de una gran belleza. Un final feliz, en el que nuestra protagonista logra llevar a buen término su exigente reto, entre las aguas del océano y la dulce compañía del fotógrafo. Elemento, el agua, que contrasta de forma poética con la continuada aridez y sequedad que protagoniza todo el metraje. De alguna forma, Robyn vence a la muerte (aridez) y llega a la vida (el agua). Pero Robyn no solo consigue que su vida vuelva a fluir, sino que además se sumerge en el agua cristalina, en una especie de renacimiento, después de una vida llena de sinsabores y momentos difíciles, que la película sabe insertar, acertadamente, en forma de pequeños flashbacks, en los que presenciamos la temprana muerte de su madre (como resultado de un suicidio) y el carácter excesivamente estricto de su padre, que no duda en dejar a su hija en casa de sus tías.
En cuanto a las interpretaciones, es muy loable la capacidad de Mia Wasikowska para trasmitir ese retraimiento, que provoca en Robyn una gran parquedad en su relación con sus iguales, pero combinarla con esos momentos de lucidez que provocan en Robyn una iluminación en su rostro, en general cuando puede estar en contacto con la vida animal. Y no hay que olvidar a Adam Driver, que consigue un retrato creíble de un fotógrafo adicto a su objetivo, pero con la generosidad como bandera.
Por último, mencionar la realización que resulta sencilla, pero con una gran capacidad para transportar al espectador a la dureza y soledad del desierto por un lado y a la limpia vida salvaje alejada del hombre, por el otro.
En definitiva, una película pequeña, pero de esas que te hacen pasar un rato agradable.
Más en planoamericano.wordpress.com
Pero junto a la soledad y a la hipocresía occidental, aparece con fuerza el concepto de misantropía, ya que Robyn parece una persona profundamente herida que decide alejarse del mundo y sus habitantes, para refugiarse en la vida salvaje, iniciando un viaje que se tornará en iniciático y que poco a poco irá cambiando su forma de ser. En un inicio Robyn se muestra muy arisca y reacia al contacto humano, pero la certeza de su soledad (al perder a su fiel compañera), hará que Robyn retome su concepción de humana y por tanto su necesidad de contacto con otros de su misma condición. Es aquí cuando toma importancia el personaje interpretado por Adam Driver, un fotógrafo amante de su trabajo y con una gran bondad, que ayudará a Robyn a abandonar su condición de personaje borderline, ya que Robyn es una chica al borde del colapso y que vive al margen de la norma. De modo que junto al fotógrafo, Robyn recuperará su camino y completará su viaje de autodescubrimiento con un bonito final en el mar.
Desde luego los inicios en una película, resultan muy importantes, pero en la mayoría de las veces lo que recordamos son los finales y en este caso Curran sabe hacer muy bien su trabajo, filmando un final tremendamente evocador y de una gran belleza. Un final feliz, en el que nuestra protagonista logra llevar a buen término su exigente reto, entre las aguas del océano y la dulce compañía del fotógrafo. Elemento, el agua, que contrasta de forma poética con la continuada aridez y sequedad que protagoniza todo el metraje. De alguna forma, Robyn vence a la muerte (aridez) y llega a la vida (el agua). Pero Robyn no solo consigue que su vida vuelva a fluir, sino que además se sumerge en el agua cristalina, en una especie de renacimiento, después de una vida llena de sinsabores y momentos difíciles, que la película sabe insertar, acertadamente, en forma de pequeños flashbacks, en los que presenciamos la temprana muerte de su madre (como resultado de un suicidio) y el carácter excesivamente estricto de su padre, que no duda en dejar a su hija en casa de sus tías.
En cuanto a las interpretaciones, es muy loable la capacidad de Mia Wasikowska para trasmitir ese retraimiento, que provoca en Robyn una gran parquedad en su relación con sus iguales, pero combinarla con esos momentos de lucidez que provocan en Robyn una iluminación en su rostro, en general cuando puede estar en contacto con la vida animal. Y no hay que olvidar a Adam Driver, que consigue un retrato creíble de un fotógrafo adicto a su objetivo, pero con la generosidad como bandera.
Por último, mencionar la realización que resulta sencilla, pero con una gran capacidad para transportar al espectador a la dureza y soledad del desierto por un lado y a la limpia vida salvaje alejada del hombre, por el otro.
En definitiva, una película pequeña, pero de esas que te hacen pasar un rato agradable.
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