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Voto de Matacanes:
6
5,9
553
Drama
La pasión que siente la princesa Juana de Trastámara, hija de los Reyes Católicos y heredera del trono de Castilla, por su marido Felipe el Hermoso, soberano de los Países Bajos e hijo del emperador alemán Maximiliano I de Austria y de María de Borgoña, no es justamente correspondida. El archiduque prefiere las aventuras con otras mujeres, cosa que trastorna completamente Juana. Su locura se acentuará con la prematura muerte de su marido. (FILMAFFINITY) [+]
19 de mayo de 2009
10 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los últimos grandes éxitos de público de la productora del franquismo (CIFESA) y el primero de estrellas destacadas de la época: Aurora Bautista -sobreactuada al máximo-, Fernando Rey, Jorge Mistral y Sara Montiel.
La película es pretenciosa, un griterío teatral de escaso rigor histórico, pero conserva un interés notable en las segundas lecturas que implícitamente ofrece. La acosada reina Juana parece la España autárquica de Franco, aislada y vista con recelos desde Europa y el mismo Caudillo podría pasar por el noble capitán don Álvar (J. Mistral), enamorado secretamente de la soberana y a quien entre todos convierten en su único y leal protector.
Franco, en su grandilocuencia nacionalista, se miró en el espejo de los Reyes Católicos y "Locura de amor", como otros melodramas históricos del momento, tenía que hacerse a su gusto. No en vano hasta se apela a la guerra civil como única solución a los intereses encontrados. La gente llenó los cines para ver los amores y odios desatados de esa extraña corte. Y todos contentos. Era como si a los españoles también quisieran tomarlos por locos, haciendo crecer su admiración por el hombre que los desgraciaba.
La película es pretenciosa, un griterío teatral de escaso rigor histórico, pero conserva un interés notable en las segundas lecturas que implícitamente ofrece. La acosada reina Juana parece la España autárquica de Franco, aislada y vista con recelos desde Europa y el mismo Caudillo podría pasar por el noble capitán don Álvar (J. Mistral), enamorado secretamente de la soberana y a quien entre todos convierten en su único y leal protector.
Franco, en su grandilocuencia nacionalista, se miró en el espejo de los Reyes Católicos y "Locura de amor", como otros melodramas históricos del momento, tenía que hacerse a su gusto. No en vano hasta se apela a la guerra civil como única solución a los intereses encontrados. La gente llenó los cines para ver los amores y odios desatados de esa extraña corte. Y todos contentos. Era como si a los españoles también quisieran tomarlos por locos, haciendo crecer su admiración por el hombre que los desgraciaba.