Cuando parecía que este film se hacía para el lucimiento de Daniel Radcliffe, sorprende ver que es uno más. Eclipsado por la belleza de la sexy australiana Teresa Palmer y el resto del reparto, la historia por si sola no se mantiene, apoyada en los preciosos paisajes costeros y una espectacular fotografía, tiene falta de solidez. Ello no significa que no sea interesante verla, sobre todo por los altos valores, como el de la amistad verdadera, la gratitud y la inocencia de sus personajes. Cabe pensar que no es sólo en emplazamiento al que estos amigos se van de vacaciones lo que hace especial este pasaje de sus vidas. A parte del cambio el momento de sus vidas narrado en la película les hace descubrir que las penas y las alegrías son mejores compartidas, creando un lazo de unión de esos que son para siempre. Pero desgraciadamente hay cosillas que quedan en el aire y un exceso de ilusiones católicas que a pesar de tomarlas como la tremenda imaginación desbordada de un niño empañan una bella historia de amistad.