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Voto de Uma:
10
7,8
5.947
Drama
Tomek es un joven de 19 años que vive obsesionado con Magda, una mujer treintañera a la que espía cada tarde con unos prismáticos. Ella es una mujer liberal y sin prejuicios que invita a su casa a muchos hombres. Tomek, celoso, decide trabajar como repartidor de leche para interrumpir sus citas amorosas... Esta película pertenece a la serie "Decálogo". (FILMAFFINITY)
9 de marzo de 2010
39 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película es única. No creo que se haya abordado antes el tema del amor de un modo tan lúcido y a la vez tan simple. No creo que se haya hecho antes con tanta autenticidad, ni con tanta austeridad. Es un momento de inspiración, lo debió ser cuando fue parida, y lo es para el espectador que conecta con ella. Demuestra que no hace falta más que una cámara para contar algo y proyectar una emoción. Puede que sea precisamente en la simplicidad, en la obligada austeridad con la que el autor tuvo que trabajar para hacerla, donde reside su magia. James Cameron debería ver esta película y comerse con patatas sus millones de Titanic y Avatar, que no le llegan, literalmente, ni a la suela del zapato.
Como en toda buena película, los personajes son fundamentales, y aquí, con un gran trabajo actoral detrás, se nos presentan dos almas de una autenticidad que emociona desde los primeros planos. La empatía con ambos es inmediata. Son tan normales como nosotros, tienen un corazón más o menos bueno, tienen ambos sus pecadillos, sus rincones privados, y están dramáticamente solos. Son tan transparentes que nos llegan al alma. Es un gesto de brillantez por parte del autor el modo en que nos los define. Todos sus actos (por los cuales los conocemos) son intimos y cotidianos, no tienen nada de espectacular. ¿Es que se puede hacer películas con hechos tan cotidianos?, pensaran muchos. Quizás nunca antes se había hecho. Quizás nadie se atreva a hacerlo otra vez. Kieslowki hace la prueba. Quizás solo él tiene el talento para que funcione. La cuestión es que funciona, ¡y como!. Puede que esta sea la gran lección de esta película, lo autentico está, en definitiva, en lo cotidiano, en lo verdaderamente humano, cosas como prepararse un te con prisas, para llegar a tiempo al inicio del mejor momento de un día gris, cosas como dar importancia a la gala de Miss Polonia que ponen en televisión, o los sacrificios del muchacho por estar cerca de su amada: pequeñas cosas, sin batallas, sin enfrentarse a grandes enemigos, sin embargo cosas que se nos antojan gigantescas, y nos muestran la fuerza de sus sentimientos. Y cada uno de esos pequeños gestos cotidianos nos aportan cosas. Los hilos que mueven a los personajes son tan cercanos, que la pelicula se vive como una aventura propia, como si estuvieramos en esas calles polacas, de suburbios soviéticos, donde la belleza parece imposible, como parece imposible en una película tan austera, pero donde brilla quizás mas que nunca. Ese es uno de los mensajes: la belleza no entiende de estética, por paradójico que parezca, está presente en lo más rancio, en lo más rónico, en lo pasado de moda y en lo monótono. Aparece en cualquier parte, y cualquiera, los seres más vulgares, pueden ser protagonistas de la historia más bella jamás contada. Una frase lo resume: "Dices que me amas, entonces, ¿qué es lo que quieres hacer?", dice ella. "No lo se", dice él. No hay filosofía, solo verdad, y por tanto, belleza.
Como en toda buena película, los personajes son fundamentales, y aquí, con un gran trabajo actoral detrás, se nos presentan dos almas de una autenticidad que emociona desde los primeros planos. La empatía con ambos es inmediata. Son tan normales como nosotros, tienen un corazón más o menos bueno, tienen ambos sus pecadillos, sus rincones privados, y están dramáticamente solos. Son tan transparentes que nos llegan al alma. Es un gesto de brillantez por parte del autor el modo en que nos los define. Todos sus actos (por los cuales los conocemos) son intimos y cotidianos, no tienen nada de espectacular. ¿Es que se puede hacer películas con hechos tan cotidianos?, pensaran muchos. Quizás nunca antes se había hecho. Quizás nadie se atreva a hacerlo otra vez. Kieslowki hace la prueba. Quizás solo él tiene el talento para que funcione. La cuestión es que funciona, ¡y como!. Puede que esta sea la gran lección de esta película, lo autentico está, en definitiva, en lo cotidiano, en lo verdaderamente humano, cosas como prepararse un te con prisas, para llegar a tiempo al inicio del mejor momento de un día gris, cosas como dar importancia a la gala de Miss Polonia que ponen en televisión, o los sacrificios del muchacho por estar cerca de su amada: pequeñas cosas, sin batallas, sin enfrentarse a grandes enemigos, sin embargo cosas que se nos antojan gigantescas, y nos muestran la fuerza de sus sentimientos. Y cada uno de esos pequeños gestos cotidianos nos aportan cosas. Los hilos que mueven a los personajes son tan cercanos, que la pelicula se vive como una aventura propia, como si estuvieramos en esas calles polacas, de suburbios soviéticos, donde la belleza parece imposible, como parece imposible en una película tan austera, pero donde brilla quizás mas que nunca. Ese es uno de los mensajes: la belleza no entiende de estética, por paradójico que parezca, está presente en lo más rancio, en lo más rónico, en lo pasado de moda y en lo monótono. Aparece en cualquier parte, y cualquiera, los seres más vulgares, pueden ser protagonistas de la historia más bella jamás contada. Una frase lo resume: "Dices que me amas, entonces, ¿qué es lo que quieres hacer?", dice ella. "No lo se", dice él. No hay filosofía, solo verdad, y por tanto, belleza.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
No por austero, Kiesloswski deja de trabajar los planos. Las ideas de composición son en ocasiones sobrecogedoras. La emociones traspasan la pantalla con la misma fuerza con que nos conducen los personajes. Ese diálogo al que me he referido hace un momento, transcurre en un pasillo cochambroso, en la escalera de un edificio igualmente cochambroso. El fondo sobre el que hablan los personajes está compuesto de cristales rojos como rubies. La secuencia tendrá una puesta en escena bien simple, pero no por ello menos intensa, no por ello menos incendiaria. Sucede a esa conversación un plano que, fuera de contexto, sin duda podría resultar de los más extraños que existen en la historia del cine. Sin embargo, la inercia de las emociones, lo convierten en un plano emocionante. Supone la representación visual de un joven al límite de sus fuerzas, cargado con tanta intensidad, que desconoce qué es lo que debe hacer pero que lucha por averiguarlo. Es la representación más atípica jamás vista de un amor puro e incorrupto. No hay otro plano como éste en el cine, ninguno tan radical, por lo que representa, por el contexto en el que se encuentra, por el tipo de película al que pertenece...
El amor es el gran tema de "No amarás". El amor no entiende más que de seres humanos, y los seres humanos lo viven con intensidad, esa emoción les maneja, les tortura, les atrapa, y son víctimas de ello. A la vez, es esa emoción lo único por lo que vale la pena estar vivo, lo único por lo que se convierten en legítimos los actos más censurables, lo único por lo que un ser humano, obtiene la fuerza suficiente para cambiar. Esta película te recuerda que en tanto que ser humano, eres propietario de una pequeña parcela de mundo, con tanta riqueza como tu quieras darle, un pedazo que nada tiene que envidiar al de qualquier otro, pues, en tanto que ser humano, eres libre para sentir.
Una película trascendental, una lección de cine, de vida, de humildad, de lenguaje cinematográfico. Nos dice en sesenta minutos, lo que el 99'9% de los directores de cine no saben, o no recuerdan, o no entienden: en el cine hay que contar historias, y las personas son necesariamente sus protagonistas, con todo lo que eso conlleva. Todo lo demás, solo es el decorado.
El amor es el gran tema de "No amarás". El amor no entiende más que de seres humanos, y los seres humanos lo viven con intensidad, esa emoción les maneja, les tortura, les atrapa, y son víctimas de ello. A la vez, es esa emoción lo único por lo que vale la pena estar vivo, lo único por lo que se convierten en legítimos los actos más censurables, lo único por lo que un ser humano, obtiene la fuerza suficiente para cambiar. Esta película te recuerda que en tanto que ser humano, eres propietario de una pequeña parcela de mundo, con tanta riqueza como tu quieras darle, un pedazo que nada tiene que envidiar al de qualquier otro, pues, en tanto que ser humano, eres libre para sentir.
Una película trascendental, una lección de cine, de vida, de humildad, de lenguaje cinematográfico. Nos dice en sesenta minutos, lo que el 99'9% de los directores de cine no saben, o no recuerdan, o no entienden: en el cine hay que contar historias, y las personas son necesariamente sus protagonistas, con todo lo que eso conlleva. Todo lo demás, solo es el decorado.