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Voto de Mario Marín:
4
5,6
21.336
Intriga. Fantástico. Thriller. Drama
Durante unas vacaciones en un paraíso tropical, una familia empieza a percibir que en la recóndita playa elegida para relajarse unas horas suceden algunas anomalías temporales...
7 de agosto de 2021
8 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya hace algún tiempo que decidí no acompañar a Manoj Nelliyattu Shyamalan -más conocido como M. Night Shyamalan– en sus nuevas aventuras tras el desastroso incidente de 2013 con el estreno de la fatídica -y también tediosa- After Earth. El cineasta de origen indio ya había sorprendido en 1999 con el estreno de su gloriosa El Sexto Sentido (The Sixth Sense) protagonizada por un siempre acertado Bruce Willis y un excelso Haley Joel Osment en el papel de Cole Sear, el atormentado niño que pronuncia una de las frases más impactantes del cine moderno: «En ocasiones veo muertos.» y que ha dado tantísimo de sí en las dos últimas décadas.
Al parecer se había generado muchísima expectativa alrededor de su decimocuarta cinta como director en la que también se encarga de la producción y de firmar el libreto, basado en la novela gráfica Sandcastle o Castillo de Aren» escrita por Pierre Oscar Lévy y Frederik Peeters que en nuestro país ha sido lanzada por Astiberri Ediciones. Mi empeño por dejar a un lado al realizador originario de Mahe (Puducherry) me ha hecho pasar por alto tres cintas de las que fácilmente hubiese sacado algo positivo, desde la austera La Visita (The Visit) de 2015 hasta las dos continuaciones de la genial y brillante El Protegido (Unbreakable) del 2000 como son Múltiple (Split) y Glass, estrenadas en 2016 y 2019 respectivamente. Tal ha sido mi interés en su obra desde el esperpento de After Earth que he llegado a obviar todo el trabajo que ha publicado desde la infravalorada El Bosque (The Village), repasando únicamente las tres mencionadas cintas dirigidas por Shyamalan entre 1999 y 2002.
El caso es que desde hace ya unos años he dejado de consumir mucho cine actual y normalmente me centro en descubrir películas de décadas pasadas, siempre y cuando no acabo volviendo a los que nunca fallan como puedan ser las dos primeras cintas de Terminator, Depredador, la saga Alien, la Guerra de las Galaxias, los Indiana Jones de Spielberg y muchas otras franquicias del mismo palo. Así pues, conmovido por el aluvión de críticas mixtas que Old había recibido desde su estreno el pasado 30 de julio me dispuse a acudir al cine más cercano mientras hacía algo de tiempo, ya habiendo visto el tráiler de la última cinta de Shyamalan en pantalla grande y en internet, en repetidas ocasiones debido al constante y repetitivo bombardeo de publicidad que recibimos en las redes.
Como se suele decir: «más sabe el diablo por viejo que por diablo»; en este caso quise pensar que un crítico como Matt Goldberg de Collider, con quien suelo compartir la mayoría de mis conclusiones acerca de una película tras el fallecimiento del gran Roger Ebert en 2013, podría hacer que ese «Incluso tomando decisiones narrativas cuestionables, no puedo negar que ‘Old’ me atrapó hasta en sus momentos más tontos y ridículos» fuese una realidad y un servidor lograse conectar de nuevo con el universo de Shyamalan como en su día lo hice con Señales (Signs) y El Sexto Sentido (The Sixth Sense). Pero ha resultado todo lo contrario y, tirando de otra frase hecha, me refiero a que mi experiencia con Tiempo (Old) se podría resumir con «más vale malo conocido que bueno por conocer«.
Es innegable la puesta en escena en cualquiera de las cintas de Shyamalan, no se puede discutir la profundidad que adquieren algunos de sus planos y la forma en la que dota de protagonismo a algunos de sus actores en un mismo plano gracias al enfoque y el desenfoque. De hecho una de las virtudes del director es la capacidad de narrar la historia a menudo «fuera de campo«, es decir, no mostrando al espectador lo que ocurre en realidad puesto que la acción ocurre fuera del campo óptico de la cámara. En Tiempo hay un recurrente uso de dicho recurso que a menudo genera tensión y ayuda a que el espectador se sienta ansioso por saber qué ha ocurrido.
Shyamalan juega constantemente con los movimientos de cámara y busca encuadres generalmente molestos para provocar una sensación de malestar o de incomodidad en el espectador, eso es algo que ya lleva haciendo desde El Sexto Sentido, aunque tengo la sensación de que en Tiempo está explotado hasta la saciedad y que todo acaba quedando en agua de borrajas. Los actores realizan una labor bastante creíble y gran parte de dicha proeza se la llevan los jóvenes Nolan River y Alexa Swinton, que interpretan a Trent y Maddox de 6 y 11 años respectivamente -los hijos de Guy y Prisca en su edad natural-. Asimismo, tanto Gael García Bernal como Vicky Krieps han sabido representar bien sus papeles y han realizado un trabajo muy interesante gracias a la dirección de Shyamalan, pero el que realmente se lleva la palma en la cinta es Rufus Sewell que interpreta al cirujano esquizoide Charles.
La localización está bien escogida aunque a menudo te cuestionas qué parte del escenario es real y qué parte es CGI, aunque no es algo que llegue a molestar. De todas formas lo que más me ha enojado de la cinta es la rapidez con la que te cuentan las cosas y que desde un principio ya puedas hacerte una idea del camino por el que va a tirar la cinta. Aquí todo ocurre porque sí y te lo tienes que creer. Los personajes llegan a la playa y no se huelen absolutamente nada aunque les den una tonelada de comida para tan solo unas horas, pero es algo que nadie se cuestiona excepto el espectador del que Shyamalan se ríe a menudo a lo largo de Tiempo. Soy consciente de que la mayoría de mis películas favoritas, muchas de las que he mencionado poco más arriba, presentan serios agujeros en su trama pero no tienes la sensación de que el director se está riendo de ti en tu cara. En Tiempo esto sí ocurre, y se toma tan en serio a sí misma que a menudo sobrepasa la delgada línea que separa el terror y la extravagante ridiculez que acaba provocando más de una carcajada involuntaria.
Al parecer se había generado muchísima expectativa alrededor de su decimocuarta cinta como director en la que también se encarga de la producción y de firmar el libreto, basado en la novela gráfica Sandcastle o Castillo de Aren» escrita por Pierre Oscar Lévy y Frederik Peeters que en nuestro país ha sido lanzada por Astiberri Ediciones. Mi empeño por dejar a un lado al realizador originario de Mahe (Puducherry) me ha hecho pasar por alto tres cintas de las que fácilmente hubiese sacado algo positivo, desde la austera La Visita (The Visit) de 2015 hasta las dos continuaciones de la genial y brillante El Protegido (Unbreakable) del 2000 como son Múltiple (Split) y Glass, estrenadas en 2016 y 2019 respectivamente. Tal ha sido mi interés en su obra desde el esperpento de After Earth que he llegado a obviar todo el trabajo que ha publicado desde la infravalorada El Bosque (The Village), repasando únicamente las tres mencionadas cintas dirigidas por Shyamalan entre 1999 y 2002.
El caso es que desde hace ya unos años he dejado de consumir mucho cine actual y normalmente me centro en descubrir películas de décadas pasadas, siempre y cuando no acabo volviendo a los que nunca fallan como puedan ser las dos primeras cintas de Terminator, Depredador, la saga Alien, la Guerra de las Galaxias, los Indiana Jones de Spielberg y muchas otras franquicias del mismo palo. Así pues, conmovido por el aluvión de críticas mixtas que Old había recibido desde su estreno el pasado 30 de julio me dispuse a acudir al cine más cercano mientras hacía algo de tiempo, ya habiendo visto el tráiler de la última cinta de Shyamalan en pantalla grande y en internet, en repetidas ocasiones debido al constante y repetitivo bombardeo de publicidad que recibimos en las redes.
Como se suele decir: «más sabe el diablo por viejo que por diablo»; en este caso quise pensar que un crítico como Matt Goldberg de Collider, con quien suelo compartir la mayoría de mis conclusiones acerca de una película tras el fallecimiento del gran Roger Ebert en 2013, podría hacer que ese «Incluso tomando decisiones narrativas cuestionables, no puedo negar que ‘Old’ me atrapó hasta en sus momentos más tontos y ridículos» fuese una realidad y un servidor lograse conectar de nuevo con el universo de Shyamalan como en su día lo hice con Señales (Signs) y El Sexto Sentido (The Sixth Sense). Pero ha resultado todo lo contrario y, tirando de otra frase hecha, me refiero a que mi experiencia con Tiempo (Old) se podría resumir con «más vale malo conocido que bueno por conocer«.
Es innegable la puesta en escena en cualquiera de las cintas de Shyamalan, no se puede discutir la profundidad que adquieren algunos de sus planos y la forma en la que dota de protagonismo a algunos de sus actores en un mismo plano gracias al enfoque y el desenfoque. De hecho una de las virtudes del director es la capacidad de narrar la historia a menudo «fuera de campo«, es decir, no mostrando al espectador lo que ocurre en realidad puesto que la acción ocurre fuera del campo óptico de la cámara. En Tiempo hay un recurrente uso de dicho recurso que a menudo genera tensión y ayuda a que el espectador se sienta ansioso por saber qué ha ocurrido.
Shyamalan juega constantemente con los movimientos de cámara y busca encuadres generalmente molestos para provocar una sensación de malestar o de incomodidad en el espectador, eso es algo que ya lleva haciendo desde El Sexto Sentido, aunque tengo la sensación de que en Tiempo está explotado hasta la saciedad y que todo acaba quedando en agua de borrajas. Los actores realizan una labor bastante creíble y gran parte de dicha proeza se la llevan los jóvenes Nolan River y Alexa Swinton, que interpretan a Trent y Maddox de 6 y 11 años respectivamente -los hijos de Guy y Prisca en su edad natural-. Asimismo, tanto Gael García Bernal como Vicky Krieps han sabido representar bien sus papeles y han realizado un trabajo muy interesante gracias a la dirección de Shyamalan, pero el que realmente se lleva la palma en la cinta es Rufus Sewell que interpreta al cirujano esquizoide Charles.
La localización está bien escogida aunque a menudo te cuestionas qué parte del escenario es real y qué parte es CGI, aunque no es algo que llegue a molestar. De todas formas lo que más me ha enojado de la cinta es la rapidez con la que te cuentan las cosas y que desde un principio ya puedas hacerte una idea del camino por el que va a tirar la cinta. Aquí todo ocurre porque sí y te lo tienes que creer. Los personajes llegan a la playa y no se huelen absolutamente nada aunque les den una tonelada de comida para tan solo unas horas, pero es algo que nadie se cuestiona excepto el espectador del que Shyamalan se ríe a menudo a lo largo de Tiempo. Soy consciente de que la mayoría de mis películas favoritas, muchas de las que he mencionado poco más arriba, presentan serios agujeros en su trama pero no tienes la sensación de que el director se está riendo de ti en tu cara. En Tiempo esto sí ocurre, y se toma tan en serio a sí misma que a menudo sobrepasa la delgada línea que separa el terror y la extravagante ridiculez que acaba provocando más de una carcajada involuntaria.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Sin embargo, Tiempo es una película que pasa rápido y no se hace pesada en ningún momento. El ritmo está bien calculado y el espectador no tiene la sensación de que el reloj no avanza. Esto es algo positivo y negativo puesto que hay películas que en tres horas son capaces de plantearte un argumento sólido, y gracias a una dirección acertada y un equipo de producción competente acabas siendo partícipe de un producto soberbio que desearías que durase otras tres o seis horas más, como puede ser el caso de las dos primeras partes del Padrino de Francis Ford Coppola. Este no es el escenario propuesto por Shyamalan, aunque afortunadamente es capaz de entretener e incluso sacar de quicio a cualquier espectador en sus 108 minutos de duración.
Pese a que el ritmo de la cinta sea el adecuado, la cinta viene lastrada por un guión flojo y por la presentación de una propuesta interesante pero que no se ha llevado a cabo de forma acertada. No dudo de las capacidades de Shyamalan como director, aunque de vez en cuando debería echar mano de algún que otro guionista para repasar sus libretos y de esta forma evitar algunas situaciones embarazosas como en Tiempo, por mucho que esté inspirada por la obra de Pierre Oscar Lévy y Frederik Peeters. En ocasiones acabas echándote a reír en un momento de pavor propuesto por el cineasta pero todo ello se ve eclipsado por la falta de coherencia y el dramatismo insuflado por su director, a menudo pasándose de vueltas provocando que el espectador sienta verdadera vergüenza ajena, como es mi caso.
De la consistencia del guión no hablaré mucho puesto que no hay por dónde cogerlo. El envejecimiento prematuro de los protagonistas se ve orquestado por un aceleramiento del tiempo en la recóndita playa a la que llegan sus protagonistas y de la que no pueden escapar en ningún momento, algo que el tráiler ya deja bien claro en todo momento. Los primeros afectados, evidentemente, son los niños. Lo que más me molesta es que éstos comen a menudo puesto que su organismo está en constante crecimiento pero los adultos no llegan a comer en ningún momento. Esto no sería un problema si no se nos presentara el nacimiento de un bebé que con un minuto de vida en la isla -aproximadamente una semana en la vida real- fallece de forma repentina por falta de alimentación ¿Eso quiere decir que los adultos, que pasan cinco y seis horas sin comer -si no más-, no mueren desnutridos? Grande, Shyamalan.
No me extenderé mucho más puesto que realmente hay muchas cosas que comentar pero desgraciadamente no harían de Tiempo una película mejor. Podría estar escarbando durante horas pero a duras penas sería capaz de rescatar algún que otro detalle que hiciesen de Old una película mejor. He tenido que volver a ver El Sexto Sentido y Señales tras haber perdido el «tiempo» viendo esta descafeinada metáfora sobre la vida cuya moraleja es clara: si descubres una playa en la que pasa el tiempo de forma vertiginosa, monta una empresa de fármacos y llévate a unos cuantos enfermos para testear tus medicamentos en sus organismos a tiempo récord. Si no tienes esa suerte y aún estás a tiempo de cambiar tu entrada por cualquier otra película, te recomiendo que inviertas esos cinco o seis euros en comprarte cualquier DVD de Resident Evil: es una bazofia igual, pero al menos no se toma a sí misma en serio.
Crítica originalmente publicada en Manners Of Hate.
Pese a que el ritmo de la cinta sea el adecuado, la cinta viene lastrada por un guión flojo y por la presentación de una propuesta interesante pero que no se ha llevado a cabo de forma acertada. No dudo de las capacidades de Shyamalan como director, aunque de vez en cuando debería echar mano de algún que otro guionista para repasar sus libretos y de esta forma evitar algunas situaciones embarazosas como en Tiempo, por mucho que esté inspirada por la obra de Pierre Oscar Lévy y Frederik Peeters. En ocasiones acabas echándote a reír en un momento de pavor propuesto por el cineasta pero todo ello se ve eclipsado por la falta de coherencia y el dramatismo insuflado por su director, a menudo pasándose de vueltas provocando que el espectador sienta verdadera vergüenza ajena, como es mi caso.
De la consistencia del guión no hablaré mucho puesto que no hay por dónde cogerlo. El envejecimiento prematuro de los protagonistas se ve orquestado por un aceleramiento del tiempo en la recóndita playa a la que llegan sus protagonistas y de la que no pueden escapar en ningún momento, algo que el tráiler ya deja bien claro en todo momento. Los primeros afectados, evidentemente, son los niños. Lo que más me molesta es que éstos comen a menudo puesto que su organismo está en constante crecimiento pero los adultos no llegan a comer en ningún momento. Esto no sería un problema si no se nos presentara el nacimiento de un bebé que con un minuto de vida en la isla -aproximadamente una semana en la vida real- fallece de forma repentina por falta de alimentación ¿Eso quiere decir que los adultos, que pasan cinco y seis horas sin comer -si no más-, no mueren desnutridos? Grande, Shyamalan.
No me extenderé mucho más puesto que realmente hay muchas cosas que comentar pero desgraciadamente no harían de Tiempo una película mejor. Podría estar escarbando durante horas pero a duras penas sería capaz de rescatar algún que otro detalle que hiciesen de Old una película mejor. He tenido que volver a ver El Sexto Sentido y Señales tras haber perdido el «tiempo» viendo esta descafeinada metáfora sobre la vida cuya moraleja es clara: si descubres una playa en la que pasa el tiempo de forma vertiginosa, monta una empresa de fármacos y llévate a unos cuantos enfermos para testear tus medicamentos en sus organismos a tiempo récord. Si no tienes esa suerte y aún estás a tiempo de cambiar tu entrada por cualquier otra película, te recomiendo que inviertas esos cinco o seis euros en comprarte cualquier DVD de Resident Evil: es una bazofia igual, pero al menos no se toma a sí misma en serio.
Crítica originalmente publicada en Manners Of Hate.