A pesar de que los guionistas de esta cinta son la pareja más en forma del cine español actual, a la vista está lo alcanzado con "Antidisturbios", aquí dan el traspiés, si se puede decir de esta manera, que todo artista (artistas en este caso) acaba por dar. Empieza, (en realidad empezó, pues los diez primeros minutos corresponden con el cortometraje rodado tiempo antes) con una fuerza imponente, con una idea muy interesante y una manera de usar la cámara, como siempre hace el director, muy propia y expresiva. Sin embargo, la idea empieza pronto, muy pronto a desinflarse cuando en el primer cuarto del film no deja claro cuál es la cuestión que interesa y/o que plantea. Naufraga ya a mitad de la película, donde efectivamente se corrobora que el barco no tiene timonel. Ya sí es cierto que no se sabe qué está en juego y el asunto empieza a dar vueltas entre una persona con necesidad de terapia o una pareja imposible sin que se decante por una o por otra vía, y el proyecto acabe ahogándose en su propia salsa. Los actores no sostienen ni conectan (ella sí, pero no es suficiente), y al final lo único potable es la fotografía y el uso de los planos panorámicos como algo a lo que agarrarse. Esperemos que esto haya sido lo peor de la filmografía de ambos guionistas.