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Voto de John Dunbar:
7
Ciencia ficción. Fantástico. Thriller Faltan dos días para la llegada del año 2000 y las calles de Los Ángeles están abarrotadas de gente. Lenny, que ha sido expulsado de la Brigada Antivicio, se dedica a la captación de clientes para venderles unos clips que reproducen las vivencias de otras personas. (FILMAFFINITY)
9 de agosto de 2018
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Entretenida como thriller, impactante como hipótesis de un inminente futuro apocalíptico. Pocas se acercan tanto a una idea de caos absoluto. Su puesta en escena, especialmente con todo lo que tenga que ver en exteriores, lo delimita muy bien, todo cuanto realista se puede ser. Su sordidez terminará por desquiciarte. Su imagen de un mundo que se viene abajo es impresionante. Cunde la rebelión y la anarquía en las calles, nos revela un sobrecogedor fin de los tiempos tal y como lo conocemos, en una oleada imparable de disturbios y altercados que amenazan con todo sistema establecido, alimentado por el temor histérico colectivo al cambio de milenio y detonado finalmente por la muerte del principal impulsor de la desobediencia civil.

Toda esa atmósfera de caos y destrucción está espléndidamente conseguida. Pero lo importante, dentro de ese marco de hostilidad, se encuentra en la intrahistoria, una mezcla entre thriller policial y denuncia social que funciona muy bien gracias, además del marco incomparable de inseguridad en el que se narra, a su capacidad de sorpresa y su acierto con realismo a la hora de innovar en el uso de las drogas. Una concepción muy diferente a lo que acostumbramos de las mismas, en cuanto a la utilización del recuerdo de terceros como medio para llegar al éxtasis de la felicidad de la que uno carece. Algo así como comprar lo que uno ansía por unos instantes a cambio de alcanzar el nirvana neuronal. Se apunta un tanto como sustitutivo súper vanguardista de las drogas convencionales acorde a los tiempos que dicta el argumento. Y el principal embaucador, el camello que hace eso posible, es el personaje de Ralph Fiennes como Lenny Nero; Nero es el primero que se auto flagela en su propia infelicidad, el primer consumidor dependiente de este artilugio y el vehículo conductor de la trama.

El elenco elegido, visto el resultado final, es acertado, aunque por encima de todos puede que quien más sobresalga sea Angela Bassett como Mace, amiga y 'conciencia' de Nero. En realidad, su salvadora en alguna que otra ocasión. Su directora, Kathryn Bigelow, mucho más conocida y reputada hoy, opta por mostrarnos, de la mano de su exmarido Cameron y Jay Cocks como desarrollador final del guion, una visión a medio camino entre la concienciación social a golpe de sublevación física y, lo que es más terrorífico, un aspecto del mundo fundamentado en la alienación y la pérdida de valores, basado en el aquí y ahora. Vamos, lo que es la vida real en muchos de los casos, solo que multiplicado por diez. Consuela saber que alberga un lugar para la reconciliación con uno mismo.

Postdata: por último, y bien separado lo pongo, no puedo dejar de recordar el error de bulto en el que incurre, algo no exclusivo, lo recuerdo, error masificado en aquella época (año 1999, para que la situación sea exacta), quienes creían tener claro cuándo significaba el cambio de siglo y de milenio. Fue una inmensa mayoría la que, sin tener conciencia matemática ni temporal, asignaron existencia al año cero, mas sabiendo que los siglos duran cien años y los milenios mil, se dejaron arrastrar por la única cuestión del cambio completo de dígitos para, por aclamación popular, asignar ese cambio histórico cuando realmente no le correspondía. El famoso 'efecto 2000' (¿se acuerda usted, señoría, del 'efecto 2000'?) contribuyó, y mucho, a hacer el error más grande. Entro en la dichosa cuestión por hacer daño al sentido común ver como toda una trama cinematográfica, una que, además, merece la pena, gira entorno a un factor tan elocuentemente errático, por más que no afecte al desarrollo. Sí, el año 2000 queda mucho más emblemático como cambio de siglo y de milenio, pero las cosas son como son.
John Dunbar
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